sábado, 9 de abril de 2016

Coincidencia nº20 "Alas rotas y el quiosco de los sueños”

Coincidencia nº20  "Alas rotas y el quiosco de los sueños”

  Y así sin saberlo Anna, le regalo a aquel hombre un sueño perdido de su infancia.   Hacía tiempo que ellos ya estaban conectados de alguna forma, sin conocerse. Los hijos del que fue un crio ya llevaban años entrando  en la misma portería en la que Anna vivía. Probablemente aquel chico que soñaba con volar y con salvar al mundo así lo dejo escrito, a fuego para que algún día sucediera. Y así fue, Anna solo se dejó llevar por su gratitud, por su ilusión y por su intuición.

domingo, 27 de marzo de 2016

Coincidencia nº 16 "El poder de la mente y los 14 palitos" (2a parte)

Coincidencia nº 16  "El poder de la mente y los 14 palitos" (Parte 2)

  Nunca supe hasta ese día si el dibujo era una flor o era un sol. El dibujo resultó ser un nido de dinosaurio de hace cien millones de años.


   Año 2014

  Esta vez y después de dos años de haber estado allí volvía con la misma ilusión pero con la tranquilidad de saber que me sentiría como en casa. Otra vez en el rellano de un tercer piso de la calle del Riu d’or. Ya sabía lo que había detrás de la puerta blanca, era un piso de la zona de Sarriá habilitado como un acogedor despacho. Recordaba que había un recibidor con un espejo frente a la entrada, y que el suelo era de parquet. Para llegar hasta la zona de trabajo tenía que girar a la izquierda y luego a la derecha para atravesar un pasillo que daba paso a un amplio comedor transformado en zona de despacho. Allí había tres mesas donde se desenvolvía el equipo de Eduard con Magda a la cabeza, a la izquierda unas estanterías blancas llenas de libros y al fondo unas cortinas de color claro que daban una luminosidad especial al espacio. Siempre que recuerdo esa sala me viene a la cabeza la primera foto que me envió con su alegre y pintoresca silueta  sosteniendo una piedra, con esa cabellera blanca y desforestada por años de pensamientos, intuiciones, estudios, tristezas y alegrías, tras su silueta las estanterías blancas repletas de libros y la atmósfera general alegremente iluminada por la luz del sol que cruzaba las cortinas. Y por supuesto estaría Magda para abrir la puerta y para casi todo lo demás, una joven psicóloga que el destino y su propio empeño hicieron que estuviera allí, siendo su mano derecha y seguramente muchas veces su mano izquierda. Sin ella nada de esto hubiera sido posible.



  Con todo lo que recordaba, me olvidé de muchos detalles que luego resultaron increíbles.
  Pero ese día en mi bolsa no había un libro para entregarle, solo llevaba los típicos enseres de necesidad básica que suelo llevar, una cartera sin dinero, un paquete de clínex, algún caramelo, las llaves del coche y una piedra pintada.

  Desde que viví la bonita sincronicidad de las tres piedras “the sky is the limit”, y hasta hoy mismo, siempre suelo tener una piedra pintada cerca de mí. A veces aparecen en el bolso, o en un rincón del coche, o en algún bolsillo de mi vieja mochila, o en el cajón de mi mesa de trabajo, y eso no significa que estén pérdidas o que yo sea un desordenado, es simplemente una forma de asegurarme tener siempre cerca un bonito regalo por si surge la persona a quien entregárselo.  No creo en la suerte ni soy supersticioso, por eso me rio cuando la gente habla de que son piedras mágicas. El sentido mágico es atribuido por la fuerza de voluntad de quien las pinta y porque son piedras que van de mano en mano apareciendo en la vida de las personas en forma de aviso, tocar una de estas piedras  es tocar el límite de la vida. Se ha escrito mucho sobre ellas, y tal vez si no conocéis su historia todo esto os suene a cuento o leyenda. Lo curioso es que ciertamente también son cuento y leyenda.
Pero la historia de estas piedras bien merecerá otro escrito y otro momento.

  Y así armado toqué el timbre de la puerta blanca a la vez que observaba y volvía a leer el poster de la entrada “Sin ilusión no hay proyecto”. Estaba allí porque aún me sentía en deuda por la lucha de Eduard en descubrir el motivo de las desconexiones de María, estaba allí para regalarle una piedra para que el también pudiera tocar el límite de la vida, además le explicaría que necesitábamos divulgación e impulsos para una bonita aventura.

  A principios de 2014 y después de unas cuantas peripecias, y más de una coincidencia, me vi involucrado en medio de un grupo de personas formando un equipo que intentaría ganar unas becas para un propósito social y solidario.

Para optar a dichas becas debíamos presentar un proyecto deportivo y que a la vez tuviera un fuerte motivo de carácter social. Además y durante unos meses debíamos publicitar y divulgar el proyecto para llegar a un máximo de personas y que esas personas votaran en forma de impulsos a dicho proyecto solidario. Los 10 equipos más votados de España podrían pasar a la fase final donde un jurado formado por doce personas deliberarían para elegir a los merecedores de esas becas. Éramos un grandioso equipo formado por gente de todas partes, cada persona que daba su impulso era importante y era parte de ese equipo que empujaría a sus líderes, Noe y Anna, a lo más alto. Pedimos votos por todas partes, en cada camino, en el trabajo, en la familia, en nuestros institutos, a todas nuestras amistades, por varios canales en las redes sociales, creedme que incluso sacamos votos de debajo de las piedras.

  Era importantísimo conseguir impulsos y divulgación. Tanto creíamos en nuestro proyecto que supimos desde el primer día que ganaríamos esas becas, no cabía la menor duda y los indicios, anécdotas y coincidencias que iban sucediendo así lo iban mostrando.

  De esta forma, con la ilusión de un niño, con la pasión del que cree en lo que hace y con la alegría de compartirlo con la gente que quieres y admiras, me hallaba yo entrando otra vez en el despacho de Eduard. Otra vez sería Magda quien abriera la puerta para recibirme.

  Nada más entrar me llamó brutalmente la atención una extraña figura decorativa que había en la entrada. Esa figura ya estaba allí la primera vez que entré en ese despacho dos años atrás, pero no brillaba tanto como ese momento, no la recordaba y seguramente no la vi. Solo recordaba el espejo de la entrada. Creo que a Magda apenas la saludé al entrar ya que todo mi ser se centró en esa figura, solo acerté a decirle,-¿Qué es esta figura?- ella me dijo –es un nido de dinosaurio de hace 100 millones de años-. Abrí el bolso y saqué la piedra que llevaba dentro para decirle que era un regalo para Eduard. En ese momento descubrí porque no sabía si el dibujo era una flor o era un sol, no lo sabía ya que no era ni una cosa ni otra, era un nido de dinosaurio. 


 Año 2015

 En el año 2015 se formó un grupo de personas empeñadas en cambiar el rumbo de ciertas cosas, y empeñados en encontrar a través de la ayuda al prójimo la plenitud de sus vidas. Este grupo se puso en contacto conmigo para que colaborara con ellos y participara de sus actos solidarios y de altruismo. Con todo mi pesar les dije que  no quería involucrarme en más historias. Soy una persona que en lo que se refiere a compromisos no tengo términos medios, o me comprometo o no. Si me comprometía sabía que otra vez volvería a sacrificar tiempo de mi familia.
 Muchas veces mi familia ha pagado con mi tiempo todos mis compromisos de trabajo y altruistas. El año 2015 había sido un año agotador para mí y decidí que en 2016 me centraría de lleno en mi familia.

 Este grupo llamado 9 Sentiment creó un grupo de WhatsApp, en cual fui incluido, aun sabiendo que yo no participaría de sus actos. Durante unas semanas seguí sus conversaciones, pero tal como les había avisado yo no formaría parte de ese grupo. No quería involucrarme y sin darme cuenta ya lo estaba haciendo, con ciertas personas de ese grupo conecte muy profundamente. Me estaba sucediendo lo que yo no quería que pasara. Así que decidí despedirme definitivamente. Como despedida les expliqué alguna bonita anécdota de coincidencias y les conté la historia de la piedra que no era ni un sol ni una flor.

  Como final de esa explicación les envié una foto con el nido de dinosaurio y la piedra pintada, quería sorprenderles pero el sorprendido fui yo. Cuál fue mi sorpresa cuando Marta, del grupo 9 Sentiment, dijo –es genial, si incluso la piedra tiene 14 palitos como la figura-.
Resultó que la piedra era definitivamente ese nido de dinosaurio, yo no me había fijado en ese matiz final de los 14 palitos.



 Nunca apreciamos del todo los matices, incluso a los que creemos apreciarlos muchas veces se nos escapan detalles importantes. La realidad es multicolor y multireal, son los ojos del que mira el paisaje los que deciden como es ese paisaje. Nosotros decidimos si es una flor, un sol o un nido de dinosaurio, nosotros decidimos si es un día triste de lluvia, o si es un día de diversión para pisar charcos, si es una simple anécdota o si es parte de un guion escrito por nosotros. Para mí fue otro indicio de lo que después sucedió……………….

  Por cierto el proyecto deportivo y social liderado por Noe y Anna fue el más impulsado de España y ganó el mayor premio económico. Siempre supimos que así sería.


domingo, 13 de marzo de 2016

Coincidencia nº 16 "El poder de la mente y los 14 palitos" (Parte 1)

Coincidencia nº 16  "El poder de la mente y los 14 palitos" (Parte 1)

   -La mente lo puede todo- esa frase escuchada en boca de un rey fue la que me dejo varias noches en vela, buscando una respuesta en la lectura, intentando escudriñar entre párrafos en que dichosa parte de la mente se encontraba ese poder.

domingo, 6 de marzo de 2016

Coincidencia nº5 “Las tres cimas más altas del Pirineo

Coincidencia nº5  “Las tres cimas más altas del Pirineo”

Diciembre de 2010

  En algunos de mis escritos hago muchas veces alusión a la acción de correr. Es y ha sido siempre una de mis pasiones, siempre ha habido una chispa inexplicable que me empuja a seguir corriendo. Lo hago todos los días, de hecho es otro de mis medios de transporte. Todos los días de lunes a viernes me desplazo de esa forma desde mi lugar de trabajo hasta mi pueblo natal para comer junto  a mi madre. Recorro una distancia de unos 6Km a través de campos de cerezos,  senderos solitarios y caminos de montaña seca, unas veces sobre polvo y piedra y otras sobre barro y agua. El premio es una ducha rápida, una suculenta comida, un rato en compañía de mi madre y mucha energía para afrontar el resto del día. Es mi válvula de escape del trabajo y de muchas cosas.

domingo, 28 de febrero de 2016

Coincidencia nº15 “El chico de la bici”

Coincidencia nº15 “El chico de la bici”

  Hasta hace unos años siempre iba a mi trabajo en autobús. Trabajo en Sant Climent de Llobregat y ese rato de autobús era genial. Me encantaba aprovechar esa media hora para leer, escuchar la radio o simplemente observar el paisaje tanto de lo cotidiano del despertar de una cuidad, como de lo natural de un amanecer salpicado por torres de alta tensión, carreteras que se cruzan, o nubes multicolor.

 Para desplazarme hasta plaza España y coger ese autobús lo hacía en bicicleta, ya que ese era y es muchas veces, mi medio de transporte en Barcelona. Al llegar a Plaza España dejaba la bicicleta encadenada a una barandilla de acero cromado que hay en frente de la comisaría de los Mossos d’Escuadra, justo al lado del paso de cebra que da acceso a la escalinata y explanada  que hay delante de las torres venecianas del paseo de María Cristina. La bici permanecía todo el día allí hasta que yo volvía  por la tarde noche del trabajo. Bajaba del autobús y me desplazaba a los diferentes cursos que hacía por aquella época.

  Era una bicicleta de montaña muy sencilla de color azul con detalles en color amarillo. Me la regaló mi suegro, seguramente la consiguió en algún trapicheó o le tocó en alguna tómbola. El caso es que yo le tenía mucho aprecio ya que me desplazaba alegremente hacía donde yo le pedía.

  Ahora soy el chico de varias cosas, pero en aquella etapa predominaba era el chico de la bici. Siempre somos el chico o la chica de algo, con la gente que corro soy el chico de las piedras, en mi vecindario soy el chico de la bici, en mi familia soy el chico despistado, para otros soy mountain-man, en mi trabajo soy un bicho raro, y en este blog seguramente acabaré siendo el chico de las coincidencias. Normalmente somos muchas cosas, prácticamente todas las que nos propongamos, pero al final y en los diferentes entornos se destaca por la faceta que es menos usual en ese contexto. Ahora me desplazo en coche al trabajo, pero como mucha gente también lo hace, no soy el chico del coche.

  Un día llegué a Barcelona y desde la ventanilla del autobús mi mirada volvió a buscar la silueta de una bicicleta de color azul, pero esta vez solo había un vacío. La barandilla cromada estaba limpia, no había bici, ni cadenas, solo aire y la propia barandilla. No era posible, -¿Cómo es posible que roben la bicicleta justo delante de la comisaría de los Mossos?-¿Pero cómo puede pasarme esto a mí? con la suerte que siempre tengo!!!!-Decidí que seguramente en alguna otra parte alguien le daría un buen uso, esta explicación me dejó tranquilo y feliz. Es una manía que tengo, siempre que me ocurre algo malo o aparentemente malo, le doy la vuelta a la tortilla para darle un sentido positivo.

  Vivo en un bloque de pisos donde no hay muchos vecinos, en cada rellano hay dos puertas y yo vivo en un octavo piso. Es genial vivir en esa elevación, justo a la altura donde se ven todas las azoteas de alrededor, donde la vista alcanza el más allá, y donde cada mañana antes de salir de casa, me regalo ese paisaje y donde cada noche mi vista se deleita al ritmo de un cepillado de dientes.

  Conozco a todos los vecinos pero en aquella época no nos conocíamos ya que éramos recién llegados, además me iba muy temprano, y volvía muy tarde a mi casa, con lo cual el contacto era mínimo. De vez en cuando y a última hora del día me cruzaba a la entrada al portal con algún amable vecino que me sujetaba la puerta para que yo entrara con mi bici. Son gestos que me encantan, como saludar por la calle, decir hola o adiós al entrar o al salir de algún local, al cruzarme con alguien en la montaña, o corriendo por algún camino, en fin son gestos de reconocimiento que ayudan al otro, llenan a uno mismo y no cuestan nada. Por cierto practicando mucho esos gestos llegan a surgir coincidencias increíbles, tal vez esta que os estoy explicando sea el resultado de esos gestos.

  El caso es que la semana que me robaron la bicicleta deseaba tener otra bicicleta, deseaba que fuera plegable y vieja, de veras, lo deseaba para poder desplazarme y que la bici no llamara la atención.

  Al cabo de una semana cual fue mi sorpresa que al salir del ascensor y en el rellano del octavo piso me encontré con una bicicleta igual a la que yo deseaba. Abrí la puerta de casa y le pregunté a mi mujer si había visto la bicicleta, me dijo -Si, es para ti-.

 Resultó que los vecinos del segundo piso, un matrimonio con dos hijos de edades similares a los míos, tenían una bici que no utilizaban casi nunca y que empezaba a molestarles en el piso. La  iban a tirar pero se habían fijado en la parejita del octavo y en el “detalle” de que a menudo íbamos en bici. Seguramente también se habían fijado en otros detalles. Así que subieron al octavo piso para hacernos un regalo que para ellos se había convertido en un estorbo.

  Justo en el momento preciso, de forma casi automática y sin saber ellos nada del robo ni de mi deseo de conseguir una bicicleta igual a la suya.

  La vida está llena de coincidencias, probablemente somos su resultado. El reconocimiento y el cuidado de los demás y del entorno hace que dichas coincidencias sean muchas veces verdaderos regalos inesperados, solo hay que fijarse en los detalles, apreciar los matices, aceptar lo que eres, agradecer lo que tienes y celebrarlo todos los días, como cumpledías.



domingo, 21 de febrero de 2016

Coincidencia nº14 “El chico de las bambas rojas”

Coincidencia nº14   “El chico de las bambas rojas”

Año 2016

  Hace cuatro años conocí al que hoy es uno de mis mejores amigos, tal vez el mejor, se llama Álvaro. Cada domingo subo corriendo desde mi casa, cerca de plaza España, hasta Collserola. Para llegar hasta Collserola he de hacer un recorrido por ciudad de unos 5 Km, tras el cual y desde uno de los puntos mas altos de Barcelona, Sant Pere Martir, parten infinitos itinerarios que permiten conocer cada rincón de esta bonita montaña. Pero esos recorridos y un montón de coincidencias y anécdotas en ellos sucedidas  los dejaremos para otras historias.