domingo, 13 de marzo de 2016

Coincidencia nº 16 "El poder de la mente y los 14 palitos" (Parte 1)

Coincidencia nº 16  "El poder de la mente y los 14 palitos" (Parte 1)

   -La mente lo puede todo- esa frase escuchada en boca de un rey fue la que me dejo varias noches en vela, buscando una respuesta en la lectura, intentando escudriñar entre párrafos en que dichosa parte de la mente se encontraba ese poder.

  Con esa frase se despidió  el rey de la montaña de mi casa en un día de Navidad del año 2011, un día en el que los deseos fueron hechos, un día en el que el alma de la montaña se entrelazo con el alma de la ciudad en forma de Pascua, un día inolvidable de caballeros que viajan a lomos de un corcel negro, un día en el que el mito se hizo azar y el azar besó mi casa.

Kilian (El rey de la montaña), en mi casa con mis hijos David e Iván, Navidad 2011

   Unos meses después  allí estaba yo, en el rellano de un tercer piso de la calle Riu d’or, frente a un poster colgado en la pared, un poster que decía así “Sin ilusión no hay proyecto”, un poster en equilibrio en aquel momento con cada parte de mi cuerpo, a la derecha una puerta blanca, detrás mi destino y en mi mente un objetivo, entregarle un libro con el sello del rey de la montaña. Quien me iba a decir lo que después sucedería. 

  Leí libros y libros, y en ninguno de ellos encontré donde se hallaba ese poder de la mente. Solo encontré lo que ya sabía, cuando nuestro cerebro da un significado a algo, un sentido, nosotros lo vivimos y lo experimentamos como una absoluta realidad. Estamos seguros de que eso es así sencillamente porque lo vemos, pero no siempre lo que vemos es la realidad, al final lo que vemos es una interpretación de la realidad. Esa interpretación dejará de coincidir con la realidad a medida que obtengamos nueva información. Poco mas encontré en lo que se refiere al poder de la mente. Supongo que cuando esa realidad que nuestra mente va interpretando se va pareciendo a la información que vamos recibiendo, se podría decir que tenemos un gran poder de la mente. Pero si que encontré a María en una de mis lecturas.

    Año 2007

   Llegué corriendo a la sala de urgencias del hospital Vall d’Ebron, al fondo María José con cara triste, sería y preocupada, a su lado nuestro pequeñín Iván, con esa carita de optimismo que aún a día de hoy y después de 9 años conserva inconscientemente. Al mismo tiempo y en otra sala varios doctores y enfermeras se afanaban por mantener consciente a David, nuestro otro pequeñín.

  -¿Dónde está David?- Fue lo primero que acerté a decir, tras de mi los ascensores, y justo en ese momento un grupo de camilleros enfermeras y doctores salían a toda prisa hacía la sala de cuidados intensivos. Corrí hacía el ascensor donde ellos se introducían y grité- Doctor!!! Doctor!!! Como esta mi hijo?-, baje la vista hacía la camilla y el blanco total de los  ojos de mi hijo David respondía a mi pregunta mientras que el doctor me explicaba a toda prisa que David estaba en estado crítico y que les dejara trabajar.

  David ya había tenido otras crisis pero ninguna tan fuerte como esta. No se si por azar, o por esa suerte que siento que siempre acompaña a mi familia, o porque tal vez no fuera tan grave como parecía, pero al día siguiente mi hijo despertó de su letargo preguntado que había pasado y sin recordar nada de lo sucedido.

  A su alrededor en una gran sala con una pared acristalada yacían varios niños de edades similares a la suya, entubados, enchufados, rapados,.....y todos con la alegría y el optimismo por bandera.

 Tras la pared acristalada estábamos los padres en lucha contra la angustia, con el llanto a flor de piel, y con el cariño, las miradas, las caricias y los gestos como armas para librar esa batalla.

  A los pocos días alguno de ellos murió, se apagó, se desconecto del universo para siempre dejando heridas imposibles de curar. Me consuela pensar que esos niños que murieron esos días en aquella sala, realmente nunca desconectaron del universo, me consuela pensar que hay una parte de ellos que vuela en el aire eternamente, colándose en cualquier parte para llegar al corazón de las personas. Colándose, en charlas, recuerdos, en llantos y alegrías, y colándose en este escrito que ahora leéis para llegar a mas corazones, para llegar mas lejos y mas alto a través de vuestra lectura.

  Año 2016

   Nuestro pequeñín David como María, de vez en cuando se desconectaba del universo dejándonos con el corazón en un puño.

   A María la conocí en una de mis noches en vela del año 2012 buscando en la lectura una respuesta al dichoso poder de la mente. María era una de las historias que Eduard explicaba en su libro “El viaje al poder la mente”.

  Allí estaba Eduard Punset al lado de María y rodeado de indígenas Raramuris, en lo que llaman las Barrancas, indagando en cada uno de sus gestos, conviviendo con ella para entender que pasaba en la mente de María cuando ella sufría esas ausencias, alucinaciones y delirios, esos ataques epilépticos. (capítulo cinco de su libro “El viaje al poder de la mente”)

 Ahora mismo escribiendo estas palabras me doy cuenta de las geniales coincidencias que hacen mas grande esta que ahora os estoy explicando. Solo la realidad que percibe mi mente y seguramente ese poder que tiene, son capaces de entender que hace un capítulo de un libro de Eduard Punset explicando algo de una tribu Raramuri-Taraumara a la que yo admiro desde mi lado mas espiritual.

 Año 2012

  Tras la puerta blanca mi destino, mi objetivo, mi ilusión, mi gratitud y el poder de mi mente empujándome. Tras la puerta blanca el despacho de Eduard Punset. Le entregaría a Eduard un libro del rey de la montaña, firmado y dedicado por el mismísimo Kilian. Le explicaría que fue Kilian quien llegó a mi casa con su furgoneta negra en una Navidad de 2011, que fue Kilian quien tras esa Navidad me hizo indagar en el poder de la mente llevándome hasta el mundo de Eduard y hasta el mundo de María. Y le entregaría ese libro en gratitud por ayudar a María, y por ayudar a la vez a mucha gente que sufre la misma enfermedad de desconexión del universo, Epilepsía.

  Además le llevaría su libro “El viaje al poder de la mente” para que se lo firmara y se lo dedicara al rey de la montaña.
  

                         

   
  Y así lo hice, a Eduard le entregue el libro "Correr o Morir" firmado y dedicado por Kilian y a Kilian le entregué “El viaje al poder de la mente” firmado y dedicado por Eduard.

  Me encanta regalar libros, y me encanta conectar personas de esta forma, con libros dedicados, con libros viajeros, con libros mágicos, con……….

  De esta forma empezó con Eduard una bonita relación que después desencadenaría una serie de coincidencias preciosas, alguna de las cuales os explicaré en la segunda parte.

  Los "14 palitos" están en la segunda parte.

Fin parte 1.






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