sábado, 24 de septiembre de 2022

La bicicleta mágica

                                    

 Eran tiempos de redes sociales, de interconexiones, de trasiego y de intercambio. Desde Argentina, al otro lado del mundo, Javier había partido hasta España allí había encontrado un buen trabajo. Una vez instalado en Castelldefels por fin llegarían desde Argentina su mujer María Eugenia y sus dos hijos, una preciosa familia, joven y con ganas de vivir dando lo mejor a sus pequeños.

  El chico de la bici vivía en Barcelona, era un mundo de tiempos cambiantes, se vivía a velocidad de vértigo, su hijo pequeño se había ido a estudiar  a Noruega, después se había mudado a Amberes y mas tarde orbitaría hacía Lyon, precisamente aquel día de la venta era la cena de despedida de su hijo Iván antes de su partida hacía Lyon. Era un día importante para el hombre que escribía, su hijo partiría y no lo volvería a ver hasta pasados unos meses, por eso les decía a Javier y María Eugenia que no quería llegar tarde a dicha cena.

  Wallapop uniría sus destinos, el ladrón de almas había puesto a la venta, a través de una de aquellas redes de venta que los nuevos tiempos habían traído, una bicicleta que su suegro, apodado "El roto", le había entregado. Por lo visto el último inquilino de aquel apartamento se había ido dejando una bicicleta, aparentemente vieja e inservible, abandonada en el balcón. El hombre que escribía era amante de las bicicletas, y esta le había llamado la atención. Para él las bicicletas eran como "seres", había que darles vida y hacerlas una extensión de uno mismo o una extensión de la persona que la fuese a utilizar.

  Así lo hizo, la subió  a su casa, la limpio, revisó que todo estuviera en optimo funcionamiento y se fue a dar una vuelta por su barrio del Eixample para probar que fuese realmente vendible y pudiera ser la extensión de otra persona. Su precio real de venta nueva era de 199€, creyó que 60€ sería un buen precio para subirla y publicarla en Wallapop, así que lanzó unas fotos detalladas de la bicicleta en el comedor de su casa, y subió la venta a dicha red. En pocas horas ya había recibido varias propuestas de compra, unos pedían reservarla, otros preguntaban si tenía marchas, y otros directamente se habían enamorado de una de las fotos publicadas y se ofrecían efusivos a venir a Barcelona en coche para llevársela el mismo día.

  Así era el nuevo mundo de la imagen, un fondo bonito rejuvenecía y daba brillo a una clásica y bonita bicicleta, que había sido relegada a un balcón. Tenía alguna herida de guerra de haber estado a la intemperie, unas motas de oxido en el manillar delataban cierta dejadez, pero el chico que escribía, el amante de las bicicletas, sabía que era una gran oportunidad y una gran bicicleta para un comprador a medida. Sabía que esa bicicleta tenía aún décadas de vida y que solo se trataba de encontrar su verdadero avatar.

  Tras varios mensajes, y tras convencerles de que no vinieran en coche, el chico de la bici les había aconsejado venir a Barcelona en tren, sería mas práctico y barato y se ahorrarían el riesgo de que la bicicleta no les cupiese en el coche.  A las 18:55 llegaría el tren a Barcelona, y allí aparecían Javier y María Eugenia expectantes e ilusionados con una de las fotos de la bicicleta. Y allí estaba el chico que escribiría esta historia, sentado en dicha bicicleta. Detrás de la bicicleta ya no estaba el fondo de las plantas ni el decorado que aparecía en las fotos de Wallapop, a María Eugenia le parecía otra bicicleta. La gran expectación idealizada por una foto con fondo bonito se convirtió en cierta decepción, la bicicleta parecía ahora mas tosca, mas vieja y menos luminosa. Pablo fiel a sus principios insistió en que no la compraran si no era de su agrado. Otra vez su forma de actuar fluía guiada por su instinto, la bonita pareja le había trasmitido muy buenas vibraciones, estaban en sintonía y sin darse cuenta entraban en un bonita sincronicidad que mas tarde motivaría este escrito. Ellos eran argentinos, lo cual les conectaba con el cariño que su amada María sentía por los argentinos, Javier era Ingeniero electrónico y trabajaba en el mismo ramo que Pablo, en el mundo del metal y la automatización. En cuanto a María Eugenia, ella observaba y  nos escuchaba mientras se debatía entre comprar o no la bicicleta, las motas oxidadas en el manillar y la realidad sin el bonito decorado de la foto hacían que la bicicleta pareciera diferente. Finalmente Pablo y Javier convencieron a María Eugenia de que no se quedara la bicicleta si no era de su agrado.

  Se despidieron y se fueron. Pablo partió subido en su bicicleta y con una sensación extraña, intuía que en cualquier momento se tendría que dar la vuelta por un mensaje de Javier pidiéndole que volviese, pero era solo un pensamiento mas de los muchos que siempre tenía en la cabeza.

  Y así fue, el móvil de Pablo sonó, y ahí estaba el mensaje de Javier, -“Se arrepintió. La quiere”-, la sincronía ya estaba en marcha, lo que Pablo intuía ya estaba sucediendo, se dio la vuelta y volvió al mismo lugar justo a la entrada de la estación de Sants. Allí estaba María Eugenia, en gesto alegre y saludando a lo lejos con los brazos en alto, sonriendo con esa espontaneidad que tanto valoraba Pablo en las personas, a su lado permanecía Javier, dichoso de verla feliz, pero manteniendo su gesto sereno. Toda su intuición y su buena sintonía empezaban a aflorar, Pablo empezaba a jugar con los hechos, aunque aún no sabía lo que estaba a punto de suceder. Había habido muy buena conexión con ellos y Pablo se permitió bromear diciendo que la inflación había provocado un alza loco de los precios y que la bicicleta entonces era más cara, luego se puso un poco mas serio y dado que María Eugenia no estaba muy convencida de la compra les dijo que les dejaba el precio en 50€, haciéndoles una rebaja de 10€, esos 10€ ellos podrían invertirlos en mejorar el estado de la bicicleta. Tal era la buena sintonía de la pareja con  Pablo que iban aflorando pequeñas coincidencias que iban a embellecer aún mas aquella sincronía. Ellos vivían en Castelldefels y Pablo les explicaba que cada jueves acostumbraba a ir allí para acompañar un ratito a su cuñado Jordan y sus hijas Marina y Carlota. No pudo evitar explicarles que el motivo de dichas visitas a Castelldefels eran debidas a la muerte su hermana dos años atrás. Pablo no daba crédito al mirar a los ojos de María Eugenia, sus ojos empezaron a enrojecerse  y unas lágrimas empezaron a brotar, María Eugenia lloraba desconsolada y Pablo no entendía nada.

  No sabía si era un defecto o una virtud, pero cuando Pablo conectaba con las personas iba mas allá e indagaba como un niño en busca de cierta magia, lo había probado muchas veces y muchas veces la magia aparecía. Siempre buscaba un equilibrio en sus actos donde la prioridad siempre era encontrar la plenitud, aceptar que lo malo no se puede cambiar y transformar lo que se puede mejorar, era su forma de sentirse pleno, lo había interiorizado a base de años y reveses de la vida. 

Y allí estaba, desplegando todo su ser y su hacer frente a una pareja que muy probablemente también tendrían cicatrices de la vida. 

-¿Por que lloras?- le preguntaba Pablo a María Eugenia, -¿he dicho algo que te haya afectado?-, el que contestaba era Javier mientras María Eugenia miraba hacia otro lado para esconder sus lágrimas, -tenemos un hijo con síndrome de Down y además tiene una patología que no le permite andar con fluidez.

  Ahora el que lloraba por dentro era Pablo, era un llanto egoísta, lloraba por empatía con María Eugenia y Javier, lloraba porque se acordaba de otras personas que también convivían con la misma y dura aceptación,  pero también lloraba de alegría, claramente volvía a sentir esa sensación de sincronicidad  que tantas veces había experimentado.

 Tal vez Pablo había hablado demasiado, lo que había provocado que por la cabeza de la mamá de Lautaro volviera a pasar el pensamiento que tantas veces la martirizaba,-que sería de su lindo y loquito Lautaro el día que ellos faltasen-, pero por eso ellos estaban allí, para allanar el presente y preparar el futuro, dedicarían toda su vida a sus hijos y a que Lautaro tuviera todo lo necesario, cariño, amor y sustento.

 Y ahora se encontraban frente a un desconocido, que les volvía a sorprender, les acaba de hacer una rebaja inesperada en el precio de la bicicleta, intentaría entregar un currículo de Javier en una de las empresas para las que trabajaba y se disponía a presentarles los Itinerarios Up Stones, para que el loquito y lindo "Lauti" pudiera ser porteado por sus papas a lomos de una silla Joëlette. Otra alternativa se les presentaba, y no la iban a desperdiciar, había buena sintonía y su instinto les llevaba por buen camino.

 Pablo realmente se llamaba David, Pablo era simplemente el apodo utilizado en la red donde había puesto la bicicleta a la venta. 

Resultó que la bicicleta que iban comprar era una bicicleta mágica que ahora les había abierto una puerta preciosa a una nueva alternativa para su pequeño "Lauti", se les acaba de abrir una puerta a los Itinerarios Up Stones. (https://itinerariosupstones.blogspot.com/)

 Ni siquiera un día lluvioso de otoño pudo impedir aquella  preciosa aventura a lomos de una silla Joëlette, llevaban poco tiempo en España y la vida sonreía. A partir de aquel momento tendrían la alternativa de poder llevar a su hijo Lauti a dar paseos por la montaña, sin ninguna limitación, una posibilidad imposible hasta aquel momento.



No hay comentarios:

Publicar un comentario