jueves, 28 de abril de 2022

Horas bajas

Antes de leer esta historia pido perdón por lo farragosa que os podría resultar, estos escritos los hago para mí, pero los suelo compartir sobre todo con los protagonistas de las historias que escribo, y suelen ser amigos míos, familiares o personas que en algún momento me cautivaron de una u otra forma. A estas personas, y despues de este escrito, se me ha ocurrido que las llamaré personas "Mariposa".

  Además, pido perdón por si alguien cree que este es un escrito sobre política, y pudiera pensar que el que escribe se ha posicionado en una u otra ideología, nada más lejos de la realidad, la parte que pudiera pareceros política la he basado en las escuchas de mi entorno repartido en el trabajo, amigos, familia y compañeros de deporte.

  Este escrito en concreto va dedicado una de esas personas que, sin ser amigos, y sin apenas conocernos me atrae y me cautiva de una forma inexplicable, este escrito va dedicado a Rasec, una de mis personas mariposa.

  Como aclaración diré que el que escribía, el hombre que escuchaba, el chico que soñaba con volar, el chico de la bicicleta, aquel hombre que se aferraba al lado bueno de las cosas, el que salía de trabajar a las 15:00, el apodado por Andrea como Mariposista o la tortuga del grupo, soy yo mismo, David, el que escribe en este momento esta historia que empieza despues de este punto.

  Y volvía a apuntar en su block de notas aquellas ideas y reflexiones que le pasaban por la cabeza. 

  Le encantaba analizar la respuesta de las personas ante determinadas situaciones, sabía escuchar y tenía la extraña sensación de que muchos de sus amigos y conocidos le llamaban para que los escuchase.

  Probablemente por eso iba cada semana a ver a Jordan, para Jordan era un Bálsamo relajante poder explicarle sus historias y peripecias con Marina y Carlota. Jordan probablemente veía en él algo que le conectaba con su fallecida mujer. El hombre que le escuchaba cada semana era su cuñado y como tal algo conservaba de ella, por eso iba a verlos cada semana, era lo que su hermana hubiera deseado, al menos hasta que Marina y Carlota pudieran volar. Conversaban y conversaban y el chico que soñaba con volar permanecía más tiempo en la escucha que en el habla, sabía que Jordan necesitaba conversar y desahogarse de aquella soledad insoportable.

  En aquella época la escucha había pasado a un segundo plano, eran tiempos del triunfo de la imagen, la palabra y la escucha parecían estar en horas bajas.

  Disfrutaba escuchando historias y experiencias de otras personas, eran aprendizaje para su persona, y gasolina para su empatía, se ponía en la piel del sujeto e intentaba dar lo mejor de él para ayudar a moldear dichas historias. También le gustaba escuchar la palabrería de los políticos de aquel periodo, observar su comportamiento con respecto del poder, despues de todo detrás de cada político también había una persona, analizar su camaleónica evolución desde sus promesas en la oposición hasta su conquista de un gobierno. No le gustaban los tópicos ni tampoco generalizar, quería creer que entre tanto político y gobernante alguno habría que fuera realmente honesto, independientemente de sus inclinaciones más o menos liberales o intervencionistas.

 Su país seguía dividido en dos fracciones cada vez más difuminadas entre izquierda y derecha, habían resurgido partidos a ambos extremos del arco parlamentario, habían sido años locos de consumo, de falso disfrute, de materialismo y de no observación de lo realmente importante, pero algo estaba cambiando. Se acordaba de la letra de aquella canción, "cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana". 

   En su trabajo observaba y escucha, en el tiempo de descanso, como los diferentes trabajadores se enzarzaban en trifulcas políticas. La invasión rusa de Ucrania acababa de empezar, una guerra asolaba a Europa, y por la verborrea de los que debatían al ritmo de un bocadillo, salían las creencias que sus padres o abuelos les habían inoculado en el mismo ADN. 

  Estaban los acérrimos de las ideas más de izquierdas, que viendo la crueldad con que Rusia estaba invadiendo Ucrania se aferraban tímidamente en involucrar a EEUU como culpable de aquellos conflictos, blanqueando de alguna forma a Putin, que representaba para ellos aquella idílica Rusia de la que sus abuelos tanto les habían hablado. Otros se limitaban a callar por no meterse en líos, tenían miedo de dar su opinión abiertamente de los que gobernaban y ser calificados de fachas. Los gobiernos no sabían muy bien que hacer, España en los primeros días se negó a enviar armamento, pero con el paso de los días y de las muertes había que hacer algo para que los ucranianos se pudieran defender ante la barbarie rusa. También estaban los terraplanistas, era una divertida amalgama de puntos de vista. 

  Seguramente ninguno de ellos y a la vez todos, tenían cierta razón, incluso el terraplanista, que todo lo cuestionaba, tenía en alguno de sus argumentos algo de razón. Todos estaban unidos en una misma preocupación, algo grave estaba pasando en Europa, y en España estaba repercutiendo especialmente, los precios de la energía y de artículos de primera necesidad estaban subiendo de forma desorbitada desde hacía meses, y la injusta y cruel invasión que sufría Ucrania había acelerado aún más el coste de ciertos productos. El que escribía no entendía mucho de política, pero sabía que la poderosa imagología estaba moldeando a su antojo la opinión general, ¿acaso no fue la invasión de Irak algo parecido a la invasión de Ucrania? ¿Por qué occidente aprobó lo de Irak y ahora criticaba la invasión de Ucrania? 

  Pero algo estaba cambiando en la opinión de muchos de los que habían contribuido a ese gobierno. El "Movimiento 15M" por fin había tocado el poder y muchos de sus seguidores se sentían defraudados ya que aquel espíritu había muerto al ver que una vez en el gobierno las cosas no eran tan bonitas ni tan fáciles como se planteaban en aquellas idílicas acampadas. Además, aquella parte del gobierno que antaño había representado a aquellas ilusionantes acampadas del año 2011, ahora blanqueaba en cierta manera la imparable actuación de Putin, se negaban a enviar armas a Ucrania y eso creaba cierto desconcierto entre sus seguidores. Mientras una amplia franja de la sociedad luchaba por llegar a fin de mes, el ministerio de igualdad se gastaba una millonada en tareas de despliegue transversal de políticas feministas y de cupo. Incluso la persona o el individuo, sin distinción de sexo, estaban en aquellos tiempos en horas bajas, había sido resumido y cortado con otra hacha entre hombres y mujeres, el cupo era lo importante, y la valía de las personas independientemente de su sexo perdía cierto valor. Tal vez eran buenas ideas, pero no parecía el momento oportuno para tal gasto. La inflación estaba disparada, ciertas capas de la sociedad se estaban revelando, primero fueron los camioneros y todo apuntaba a que otros sectores como el agrícola y el ganadero en breve saldrían a las calles. Se estaba cumpliendo la letra de la canción y los que habían idolatrado a aquel gobierno que tanto les había prometido, ahora se revelaban al ver que la pobreza entraba por la puerta. 

  Y en medio de aquella complicada crisis, aquel hombre seguía protegido por una extraña suerte. La empresa en la que trabajaba seguía funcionando bien, y él seguía inmerso en sus historias y en las personas que le rodeaban. La historia que escribía y que ahora estás leyendo era una de aquellas historias.

  Al cabo de las primeras semanas de la invasión rusa, para todos quedaba claro que nada podía justificar dicha invasión, liberales, intervencionistas y el mismo terraplanista, estaban de acuerdo en que Rusia estaba cometiendo un genocidio.  

   En Kiev la gente seguía aferrándose a la vida. El chico de la bicicleta se emocionaba mientras escuchaba por la radio como un reportero explicaba que había días en Kiev que parecían mágicos, eran días surrealistas, contaba  la historia de aquella peluquera que se desplazaba dos horas a pie para abrir la peluquería, todo ello bajo el asedio de los bombardeos, o aquel restaurante de lujo que en tiempos de paz servía ostras a las clases más pudientes, y que ahora el dueño había convertido en centro de encuentro de personas mayores donde se podía comer gratuitamente, los vecinos se juntaban allí y charlaban, la vida intentaba aflorar incluso en las condiciones más lamentables. La crudeza que estaba sacudiendo a Ucrania día a día parecía imposible más violencia y maldad. Pero la realidad siempre superaba la ficción, e incluso aquel hombre que escribía tratando de resaltar los brillos de lo cotidiano, aquel hombre que siempre se aferraba al lado bueno de las cosas, descubría que el mal existía, que el mal siempre estaba ahí, que no descansaba y que habría momentos en que se desataría de la forma más cruenta.   

  Había aprendido, a base de reveses, que vivir era urgente, occidente estaba en decadencia y eso le hacía valorar aún  más los pequeños detalles, los matices, el reconocimiento hacia los otros, la charla, las miradas, las personas. No sólo seguían siendo tiempos de pandemia, sino que además eran tiempos de guerra, de crisis exacerbada y de injusticia, se aferraría más a sus historias y más trabajaría para él la providencia. 

  Muy probablemente aquella peluquera de Kiev que andaba dos horas cada día o aquel restaurante convertido en rincón de humanidad, habrían perecido días después bajo tanta barbarie Rusa. Reporteros de guerra y valientes apasionados de su trabajo estaban allí en directo recopilando fotos y testimonios de la violencia indiscriminada hacía civiles. Las tropas de ocupación habían arrasado, con la rabia y la maldad por bandera, las ciudades por las que pasaban. Las fotos de Ducha eran las fotos del infierno, uno de aquellos valientes reporteros, Leuqim Naratseya, explicaba que se había encontrado cuerpos maniatados de civiles con tiros en la nuca, también explicaba que muchas personas habían muerto de frío, sobre todo personas mayores, o el caso de aquella señora de 83 años, María Sharapova, a la que estando sentada en un banco le cayó fuego de mortero, su cadáver había permanecido delante del banco en el que estaba sentada, los vecinos la habían enterrado allí mismo, frente al banco habían cavado la fosa y habían clavado una cruz improvisada con dos listones de madera. Allí estaba todo el mundo de María, sus pertenencias sobre un banco, y su fosa frente a un parque infantil.  



  Todo era surrealista, un trenecito infantil del parque donde había muerto María era utilizado para transportar cadáveres hasta una fosa común que los vecinos habían cavado frente a la iglesia. El párroco lloraba y rezaba frente a la fosa embarrada, donde los cadáveres se amontonaban, desgarrados, medio enterrados, un caos inerte de cuerpos sin vida.

  Las madres con bebés, escondidas en sus zulos, escribían en las espaldas de sus hijos teléfonos y nombres de familiares por si ellas eran asesinadas y alguien los encontraba. 

  Probablemente sería aquel aprecio a esos matices y oportunidades invisibles a los ojos, junto con esa providencia puesta a su servicio, lo que le habría llevado a conocer a Rasec y a aprender de sus enseñanzas de agua, swim y mucho más. 

  Salía de trabajar a las 15:00 y se desplazaba puntual como un reloj, al polideportivo Podium. Habían pasado casi 4 años desde que el chico de las bambas rojas le había inyectado en su ADN la pasión por nadar en aguas abiertas.  .

  De jovencito había practicado algún que otro ejercicio de break dance, veía la serie "Fama", y había aprendido ciertos pasos de dicho baile como el denominado "hacer el gusano". Siempre que terminaba sus rutinas de Swim, dedicaba unos minutos a hacer ese ejercicio de break dance en el agua, resultó que ese ejercicio le convertiría en lo que su amiga Andrea había denominado como "mariposista". Meses atrás Andrea había visto un vídeo en el que él que escribía nadaba a estilo mariposa, ¡-eres mariposista! - había exclamado Andrea, lo dijo como si fuera algo innato a los nadadores. Al que escribía le gustaba romancear sus historias fundiéndolas en estos escritos, las hacía épicas, como la frase que vendría después de aquel punto. El chico que soñaba con volar, la crisálida que tres años atrás gusaneaba en el mundo de swim se había convertido en mariposista. 

  Había mejorado su estilo, y creía haberlo depurado, aunque sentía que ya era imposible mejorar más, solo un plus con un entrenador, más ejercicios fuera de la piscina y robar más tiempo a la familia podrían hacer que su fluidez en el agua aumentase, pero él no quería más, ya era feliz con sus rutinas semanales y sus salidas en aguas abiertas de todos los domingos. Seguiría siendo la tortuga del grupo, que con unas palas a duras penas aguantaba el ritmo de sus amigos marnadadores. En se momento el chico de la bici aún no sabía todo lo que Rasec le enseñaría y lo mucho su nado aún mejoraría.

  En la piscina había hecho muchos compañeros, le encantaba conocer personas, sentía que empaparse de otras personas le hacía más persona. Si además dichas personas eran "amarillos" o personas "cascabel", o tal vez personas mariposa tal como decidió llamarles despues de terminar aquel escrito, entonces cierta magia ya estaba servida. El mariposista, así bautizado de Andrea, había leído años atrás un libro llamado "El mundo amarillo" de Albert Espinosa. En la lectura de aquel libro había aprendido a ubicar y entender qué tipo de personas eran aquellos conocidos por los que, sin ser amigos, familiares o amantes, y sin apenas conocerse se creaba un vínculo positivo inexplicable. 

  En el entorno de Podium ahí estaban Amehc, Tanreb y el maestro de todos, Rasec, amarillos y cascabeles de aquel hombre, pero toda la parrafada de "Horas bajas" era para Rasec, la persona que había revolucionado su visión del Swim.  

  Los que leían a David ya conocían su estilo, sabían que era un estilo bibliográfico de sus acontecimientos del momento. Tenía diferentes burbujas en su mundo, así agrupaba a sus personas, en burbujas, la burbuja de los marnadadores, la burbuja de la piscina, la burbuja de las piedras, la burbuja de los cursos de idiomas, la de las personas que había conocido en la montaña, la burbuja del trabajo, la de la familia, la de Jordan, la de los vecinos, la burbuja de los runeros,  .....y en sus historias escritas saltaba de una a otra a su antojo.

Cuando escribía aquella historia sobre Rasec otra burbuja irrumpía. 

  Otra vez Shahid llamaba a su puerta, los dos sabían que siempre estaría abierta, no había mucho contacto entre ellos, tampoco hacía falta, como diría Albert Espinosa, eran amarillos, Shahid era para el mariposista una verdadera personal cascabel. 

  En aquellos días aquel hombre volvería a hacerle a Shahid el seguimiento de su gesta recorriendo el GR92 desde Portbou y hasta Amposta, Shahid muchas veces formaba parte de los personajes de sus historias. Tenía un proyecto llamado Enforma Inspira. Siempre buscaba la coincidencia, por eso le explicaba a Shahid que su mujer había estudiado en el barrio del Raval. El logotipo de Enforma Inspira tenía cierta identidad basada en parte en dicho barrio. Una flecha era símbolo de camino, las líneas blancas sobre el fondo negro simbolizaban las calles del propio barrio del Raval que representaba a los chicos que había que integrar, personas en riesgo de exclusión social, si girabas el logotipo noventa grados entonces la flecha parecía una casa en el sentido de símbolo de acogida. Aquel día Shahid ya estaba preparado para agrandar su proyecto social, Shahid estaba en Portbou. 

 

  Días despues Shahid daba por finalizada su increíble gesta del GR92. Estas eran sus palabras para su amigo David que le había hecho un seguimiento especial en aquella nueva aventura, -"¡Mil gracias por todo! ¡Muy agradecido por tu ayuda y tus ánimos de cada día!, se me ha hecho muy difícil tomar la decisión, pero tengo que ser realista y adaptar la situación a mi placer para poder seguir haciendo retos y llenado la vida de momentos increíbles"-. Shahid era un tipo duro, un hombre de montaña con esencia de pirineo, y seguramente con esencia de las montañas gigantescas de su tierra, Pakistán, y el GR92 no era ni de lejos nada montañoso, por eso su instinto le dijo, hasta aquí hemos llegado y terminó su GR92 así, diciendo ya está.    


 Pero sus frases y párrafos deberían conducir en aquel escrito hacía Rasec.

 No recordaba con certeza como habían empezado a hablar, probablemente el desparpajo de Rasec mezclado con el mal estilo del mariposista, habrían provocado que Rasec le diera una de sus lecciones a otro de los muchos desconocidos a los que Rasec le encantaba enseñar a nadar y a mejorar su estilo. O tal vez sería el desparpajo del mariposista al ver la brutal fluidez de Rasec nadando a mariposa, seguramente le expresaría a Rasec, sin aún conocerle, algún tipo de reconocimiento, que estilo más chulo que tienes, envidia sana, felicidades por el estilazo, el reconocimiento a los demás era una de sus armas de conquista, por supuesto solo funcionaba cuando el reconocimiento era sincero. 

  Aquel día le pediría hacerse una foto juntos para poder sellar aquel escrito sobre mariposistas que en el aquel momento escribía. Rasec no era un mariposista, Rasec era más que eso, Rasec era una mariposa. Una persona mariposa era lo mismo que una persona cascabel, en su vida la simbología de las mariposas siempre le había perseguido de una u otra forma, y muchas veces había tenido la suerte de cruzarse con personas mariposa como era el caso de Rasec. 

  Se habían conocido apenas hacía un par de meses y no sabían que les iba a deparar aquella incipiente amistad, pero eran tiempos de Carpe Diem, los dos habían visto de cerca el límite de muchas cosas que no son cosas, uno había tocado el óbito con su propia piel, su corazón a punto estuvo de pararse cuatro años atrás, un marcapasos solucionaría el ritmo durmiente de aquel corazón tan lento y su vida cambiaría rotundamente, y el otro había aprendido a base de óbitos que cada día había que vivirlo al máximo, nadarían juntos como si lo hubieran hecho durante toda una vida, el que escribe le robaría el alma y Rasec recuperaría fragmentos de su pasado que proyectaría en el que escribía.

 La guerra seguía asolando Ucrania, pero ya no era primera noticia en los tele diarios, la gente seguía muriendo y sufriendo, y aquel aprendiz de nadador junta a aquel verdadero mariposista llamado Rasec seguirían aferrándose y valorando la vida con toda la intensidad y como primerísima noticia y que hacer de cada momento. El que escribía aún lloraba de vez en cuando al ver ciertas imágenes en los noticiarios. 

A la izquierda el que escribía y a la derecha Rasec
 Al margen de este relato, y volviendo a lo que Rasec le enseñó del swim al que escribía, solo decir que mejoró su estilo brutalmente, mejoró no solo en crol que era estilo que debía trabajar para dejar de ser la tortuga del grupo, sino que además mejoró en el estilo que mas le gustaba, Mariposa.

 El día que publicó aquel relato le regaló a Rasec una rosa de tela que su madre elaboraba de forma artesana para que se la entregara a su mujer, Rosa, Rasec solo dijo que la guardaría como recuerdo, su brillo en los ojos delataba su total gratitud, no hacían falta más palabras. Esa era la respuesta que David hubiera dado si le hubieran regalado aquella pequeña rosa.


Rasec no lo sabía pero David le estaría eternamente agradecido por muchas cosas que de el había aprendido y que nada tenían que ver con el Swim.

  En Ucrania seguía la injusta invasión, como música de fondo y cuando paraban los bombardeos aún se escuchaba el ladrido triste y lloroso de cientos de perros que aullaban la ausencia de sus dueños.







 

 

 

 






 


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