domingo, 25 de septiembre de 2022

A propósito de Serdan


  Serdan tocaba ya a sus 90, cada vez que aquel hombre miraba sus cuadros se le empañaban los ojos, destacaba la luz en sus lienzos, uno en concreto presidía la entrada al lugar donde pasaría mas de media vida.
  Aquel señor mayor que tanto le había enseñado estaba afrontando la que sería tal vez su última década, mas de una trentena de años habían pasado desde que se conocieran, desde que se convirtiera en otro de sus discípulos y uno de sus mejores amigos. Conectaron desde el primer día, aquel diciembre de 1990 en que un joven con ganas de comerse el mundo se presentaba en las instalaciones de la que sería la empresa de su vida. 
Acababa de finalizar sus estudios y el servicio militar, había conquistado a su princesa, y estaba frente a un señor entrañable que le decía, -“haré de ti un proyectista, un gran diseñador industrial”- sentenciaba Serdan frente a aquel joven que empezaba a volar. Aquel joven no sabía que todos los trabajadores, sobre todo los mecánicos y proyectistas que habían sido tocados por Serdan, también habían sido cautivados de una forma u otra por su pasión. Dicha pasión la encauzaba muchas veces con un fuerte carácter que hundía al mas templado de sus trabajadores, pero que después, al cabo de unas horas o unos días, suavizaba con magistrales y sosegadas clases sobre mecánica y diseño, que hacían de todos los trabajadores mejores profesionales. Era su forma de pedir disculpas por su fuerte temperamento. Otras veces lanzaba ánimos y ciertos piropos, "serás el mejor rectificador de Europa", "haré de ti un gran mecánico", "serás un gran diseñador",..
  Desde su temprana infancia su instinto le decía que había que escuchar a las personas mayores, eran sabios y fuente de conocimiento, y aquel señor con cierto carácter le había cautivado sobremanera.
 Y así lo hizo, con el paso de los años Serdán convirtió a aquel niño en responsable de diseño y fabricación de una de las empresas mas punteras de aquella época en temas de medición industrial. Pero aquella historia que escribía no iba de aventuras laborales, iba de lazos entrañables y gratitud por todo lo aprendido.
 Así empezaba a plasmar su reconocimiento y su ofrenda a todo el aprendizaje de tantos años, con otro de sus densos escritos. 
 Se dio por vencido en la búsqueda de aquella foto que tanto le gustaba, sabia que cuando algo no aparecía lo mejor era dejar de buscar, era entonces cuando de forma natural aparecía aquello que no se encontraba.
 Tuvo la suerte, tal vez buscada, de poder adsorber de aquel señor, no solo la experiencia laboral, además cada día Serdan le llevaba a Sant Boi al medio día para comer en casa de sus padres. Algunas veces se desplazaba corriendo, pero el retorno siempre era en el Opel Omega azul metalizado del señor Serdan. Eran geniales aquellos 15 minutos de compañía y aprendizaje. Fue en esos desplazamientos donde aprendió cierto arte de aprovechar los trayectos para desarrollar el intelecto. Todos los días charlaban de cosas de la vida y del trabajo, escuchando de fondo las cintas de cassette de cursos de alemán o de francés que Serdan escuchaba diariamente. 
 El recorrido era una carretera curvilínea que separaba Sant Boi de Sant Climent y que Serdan convertía, a golpe de volantazo, en poligonal y rectilínea. Sus trabajadores siempre bromeaban en secreto por su forma ruda de tomar las curvas. En  dichos trayectos Serdán le contaba sus antiguas historias y muchos de sus sueños. Aquel joven era otro de sus discípulos, y Serdán guiado por un instinto inexplicable confiaba en él.   Para Serdán aquel joven que empezaba a volar tal vez sería una salida para hacer en su empresa cosas que sus hijos y socios no entendían o no creían conveniente en aquel momento.
 El paso de los años demostró que tanto padre como hijos estaban en lo cierto, consiguieron pasar la empresa a una segunda generación con lo mejor de ambas mentalidades, las raíces y la esencia de quien germinó la empresa combinado con el abono, la frescura y las nuevas ideas de la nueva generación que desde su infancia había ido acumulando aprendizaje y diferentes ideas a desarrollar en un futuro que ya era presente.
 Pero aquel joven nunca olvidaría la pasión con la que Serdan le explicaba sus historias, -contrataremos a personas con limitaciones físicas para que puedan hacer ciertas labores de la empresa, haremos lavabos adaptados, agrandaremos la empresa, haremos proyectos con escuelas,.....y así lo hizo, no todo lo que soñaba se pudo cumplir, pero todo lo emprendió hasta donde pudo hacerlo.
 Incluso los mecánicos que habían sido tocados por su mano de hierro sentían una profunda mezcla de admiración, cariño y gratitud, esto decían sobre él -"aparte de ser una persona cabezona y terca es  también un empresario con mucha experiencia y visión de futuro, orgulloso pero tolerante e inteligente, y no sólo en lo industrial, en concreto  para nosotros es una buena persona-".
 Habían pasado diez años desde su jubilación, y aquel joven ya estaba en su avanzada cincuentena, cada rincón de la empresa le recordaba el valor de la empresa familiar, él había vivido en su piel el paso magistral de una generación a otra, y ahora contemplaba con incertidumbre la cercana jubilación de parte de la segunda generación.
  Prefería no pensar en el fin de la empresa, la segunda generación lo estaba haciendo bien, en poco tiempo habían renovado la plantilla con nuevos y prometedores trabajadores que harían más fácil la continuación de la empresa, incluso habían llegado a un acuerdo con un gran mecánico que aplazaría en parte su jubilación para seguir trasmitiendo conocimiento a las nuevas contrataciones, además habían sobrevivido a varias crisis y a una terrible pandemia.
 Su legado seguramente estaría a salvo, y la tercera generación de está  ejemplar empresa familiar siempre tendría oportunidad de elección  de involucrarse en su continuidad o dejar que el futuro asentara o no unas nuevas formas de continuidad.
  Y así terminaban aquellas palabras hacia Serdan, el señor entrañable que tanto le enseñó en lo profesional y en lo existencial,  y en una empresa que le permitió desarrollar su vida laboral y personal.
  Y finalizado aquel escrito por fin aquel hombre encontró aquella foto entrañable que tanto le gustaba y que ya daba por perdida.





 

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