domingo, 17 de octubre de 2021

Jugando con la piedra de Perejil

 Mientras escribía sus historias, su mente recibía un aluvión de pensamientos. Las piedras pintadas le perseguían, tal vez era su maldición, primero fueron las piedras “The sky is the limit”, después llegaron las piedras de “El camí de la papallona”, y cuando esas piedras  pintadas ya eran leyenda y volaban con el impulso de otros, otra piedra le quitaba el sueño, le robaba el pensamiento. Que gran idea tuvo aquel otro grupo de nadador@s de aguas abiertas!! pintar la piedra de Perejil!! que locura!!, pensó al principio. 

Eran tiempos de agua, el chico de las bambas rojas le había inoculado el agua salada. Zambullirse cada semana en esa porción del Mediterráneo se había convertido en una necesidad vital. Nadaban desde el Espigón del Gas hasta los pies del Hotel W, pasando por la zona de Perejil.

Perejil era una especie de isleta artificial separa de la orilla y formada por cubos de hormigón amontonados caóticamente unos encima de otros. Entré esos cubos de hormigón se mostraba álgido sobre los demás el que muchos llamaban “La piedra de Perejil”. 

En aquellos  tiempos se enamoró de aquella piedra, le daba seguridad, a la ida  le indicaba el camino y  le advertía de lo que aún le quedaba por delante, a la vuelta  le avisaba de que la zambullida ya tocaba a su fin

Cada nadador le daba un significado a aquella piedra, cada uno sentía sus propias sensaciones al cruzar frente a ella, pero para todos era faro, guía y aviso.

A él le gustaba llegar unos minutos antes al punto de encuentro  para ver amanecer y para  leer el agua. Alzaba su mirada al horizonte, pasando por la piedra de Perejil, dependiendo de como el agua trataba a esa piedra en ese momento ya sabía lo que le esperaba mar a dentro. Dicen que la comunicación no verbal es la mayor de las comunicaciones, le costó años leer el lenguaje del agua, pero la piedra de Perejil siempre estuvo allí ayudándole a comunicarse con el agua.

Aquel hombre nunca sabría si la piedra llegaría a ser pintada o no, pero le gustaba escribir, dibujar y elucubrar  a propósito esa piedra.

Estas ideas y bocetos no eran mas que una alternativa utópica a la dificultad que entrañaba pintar sobre mojado. La piedra se podría panelar, técnicamente sería fácil hacer unos taladros para anclar las fijaciones. 

Además se podría hacer respetando la posible la microfauna o vida que pudiera contener en su superficie, dichos paneles separados unos centímetros de la piedra permitirían seguir dándole vida.

El diseño de esos paneles bien merecería otro escrito tan chorra como este, y posiblemente muchos colaboradores, por supuesto entre ellos estarían los componentes del grupo en el estaba la chica que dibujaba el agua.


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