domingo, 16 de noviembre de 2025

Historias de pueblo, de infancia, de trabajo y del paso de los años

Como otras veces, Josechu volvía a pedirle que le acompañara a la avenida de Roma. Allí estaba ubicada gran parte de su obra, su gran legado. Los años no habían pasado en balde, y el encorvado sabía que era tiempo de soltar. Josechu no sabía que su yerno le llamaba "El encorvado", David lo hacía con cariño y en positivo, ya que en los pueblos a veces se utilizan o utilizaban motes y Josechu era una mezcla física y mental de echado para adelante por eso le llamaba "El encorvado". Lo que no sabía David era que los motes muchas veces envidescondían envidias o rencillas.

El ritmo ya no era el de antaño; iba más lento y a menudo se paraba a hablar y descansar. Muchas veces le repetía la misma historia, -este tío es un hijo de puta; la rubia del quinto es lesbiana y una guarra de la ostia, la polaca tiene muy mala leche…- así era muchas veces su forma de hablar. Habían quedado aquella tarde porque Josechu, al que en su juventud sus enemigos y la parte mas rencorosa del pueblo llamaban “El roto” o "centimín", se veía con achaques y aunque no lo reconocía abiertamente, estaba intentando explicar a su yerno los pormenores y triquiñuelas del negocio familiar. Su yerno era bastante corto en muchos temas, pero tenía el don de aguantar estoicamente los consejos, secretos y artimañas que Josechu le explicaba. Aquel edificio era su tierra, como cuando trabajaba en el campo. Se comportaba con la misma naturalidad con la que lo hacía en sus años mozos en jornadas de sol a sol, donde todo se hacía en los campos, en las tierras por labrar, de donde procedía el portento y la ganancia. Aquello quedó atrás, una ulcera con operación de estómago, unos achaques de espalda y un futuro incierto de sus hijos, obligaron a la familia a vender todas sus pertenencias; tierras, casa, tractor...y emigrar a Barcelona.

Era una larga historia todo lo sucedido en aquella Barcelona de años duros, de comienzos de una nueva vida, donde empezar de cero era tan distinto a la vida sudada en el campo. Los madrugones de Dolores para amasar pan en la panadería de Briones o de Josechu para trabajar la tierra, se convirtieron en caminatas hasta la fuente, con el cántaro vacío pesando como el desarraigo. Gran parte del dinero de la venta - toda una vida empaquetada en tierras, casa y tractor - se lo llevó un mal consejo: aquella inversión en bolsa que prometía oro y solo dejó manos vacías. Por suerte, lo que quedó alcanzó para comprar un piso a medias con la abuela y los hermanos de Loli. El paso de los años, acompañado de una fe férrea en el trabajo, el esfuerzo y el sentido de la familia, irían cimentando poco a poco un nuevo imperio. 

 Todos aportaban su grano de arena. Su hijo mayor estudiaba como el que mas y por las noches trabajaba en un parking. Su padre muchas noches le acompañaba, y por el día dolores se deslomaba dedicada a la costura. Hacían arreglos de una tienda de ropa del centro de Barcelona, el encorvado todos los días iba y venía de la tienda a casa, con las prendas a cuestas. Muchas veces se las inventaba para no pagar en el metro, que todo eran gastos. En casa se convivía de la mejor manera, la abuela, era muchas veces el centro, ya que ella era la matriarca y era de su familia de donde procedía parte de lo que había quedado de la economía del pueblo, que junto a las tierras de Josechu habían sido los inicios en Barcelona. Y así, poco a poco, unas veces a medias con la familia —como aquel piso donde ahora vivían, comprado en colaboración con el tío Ángel y alquilado en aquella época a una familia argentina—, y otras mediante su propio esfuerzo, fueron labrando su futuro. ¿Quién le hubiera dicho a María José, la hija del encorbado, que años después acabaría pisando Argentina, la tierra del que sería su jefe y quizá su mejor amigo de la edad adulta, Norberto? 

 Con el tiempo, los ingresos del alquiler y un trabajo incansable, comenzaron a forjarse un nuevo porvenir en Barcelona. No pasó mucho tiempo antes de que adquirieran un apartamento en la avenida de Roma, todo fruto del esfuerzo, las privaciones y el carácter férreo —a menudo bajo la mano de hierro de Josechu—. Despues vino otra compra, y mas tarde una plaza de parking, y luego otra, y otra...pero siempre con privaciones y pocos lujos. Su hijo Joaquín, que era un inminencia en los estudios, muchos fines de semana participaba en un concurso en la radio. Con la ayuda de su hermana Maria José y una enciclopedia al lado del teléfono de cable espiral, algunas veces se ganaban una botella de aceite, una parrillada o unas entradas para el cine. Muchos fines de semana cogían el carro de la compra cargando con la enciclopedia Larroux y se iban a casa de su tíos ya que el programa no admitía los mismos participantes, entonces llamaba un tío o su hermana, pero detrás siempre estaba Joaquín, el hijo del encorvado al pie de la Larroux. Con el paso de los años Joaquín se convirtió en todo un ingeniero de telecomunicaciones, y en su paso por la mili el destino puso en su camino a una enfermera, Pilar, la que se lo llevaría para siempre a Madrid. En cuanto a Maria José, la hermana de Joaquín, cuya belleza y reveldía robaría el corazón del que escribía este texto, termino viviendo en la misma calle donde empezó la historía de los Loza Rodríguez en Barcelona cincuenta años atrás, en la calle Llança. 

 El edificio de la avenida de Roma se había convertido en su tierra por labrar, Josechu se movía por allí igual que lo hacía por las tierras de Briones. Conocía cada palmo del edificio, desde la cubierta y hasta las entrañas del edificio, que llegaban en forma de trasteros y plazas de parking hasta la planta -3. Años después, y en su tiempo de vejez, cuando Josechu volvía al pueblo —ya con su nombre en letras doradas en el barri del Eixample, alguien había murmurado alguna vez: "Ahí va el Centimín". Pero ya nadie reía. Ahora decían "Roto" con respeto, como quien nombra a un árbol que, aun rajado por el rayo, sigue en pie. Cincuenta años después de la emigración de los Loza Rodríguez, David -autor de estas líneas- escuchaba con atención las palabras de Josechu y Dolores, mientras miraba fotos antiguas de la familia, recogiendo los hilos del pasado para tejer esta historia. Corría el año 2025, y el tiempo había transformado al que otrora fuera todo nervio, Josechu, en un hombre que, habiendo superado la madurez, comenzaba ahora su viaje por la ancianidad. Allí, en ese momento cargado de memoria, se encontraban ambos: el narrador y su anciano protagonista, uniendo presente y pasado en este relato. Y Dolores escuchaba, como siempre en silencio y con cierta resignación y decía -que diferentes son las fotos antiguas de los álbunes de fotos, bonitas y brillantes, de lo que de verdad esconden- Y El encorvado no paraba de hablar, muchas veces volvía repetir las mismas historias, y David se reía por dentro, lo que hasta hace poco era una persona mayor con gran vitalidad ahora daba muestras de estar entrando en una nueva etapa. Al margen de la úlcera y la operación de estómago, que obligó a la familia a emigrar a Barcelona, habían habido otros achaques. Una operación de próstata y una edad avanzada habían provocado una difícil continencia urinaria. 
 
También Dolores había sufrido muchos achaques, mas que el encorvado, varias embolias y un cáncer que le robó un pecho. Dolores era el soporte invisible de la mano de hierro de Josechu. Ella siempre ha sido la roca de la familia, la dulzura, la paciencia, el esfuerzo y las angustias. Y aunque el encorvado siempre ha buscado el protagonismo y ser el centro, nada hubiera sido posible sin el lado Rodríguez, dicen que el silencio mueve  montañas, Dolores era el silencio, la paciencia y soporte de toda la familia. David le decía a su mujer -como me rio con tu padre cada vez que me llama para acompañarle a la avenida de Roma, ya no lo miro como un hombre mayor, empiezo a mirarlo como a un anciano, y que dios nos pille confesados-. Le explicaba lo mucho que se había reído, por no llorar, en el tour que Josechu le había hecho por todo su legado de plazas de parking. En un momento dado David se había puesto de espaldas a Josechu para observar detalles de una plaza de parking, mientras Josechu no paraba de hablar, al volverse otra vez hacía Josechu, que seguía con su verborrea de historias como si nada, David no daba crédito. !Josechu estaba con la chorra fuera, orinando con toda naturalidad¡ mientras David le miraba perplejo con una sensación de respeto y pena. Pero a la vez reía a carcajadas, ¿Qué iba hacer? al fin al cabo, Josechu era Josechu; orinaba con la misma tranquilidad con la que, años atrás, aliviaba la vejiga entre surcos de viñedos. La ciudad era su nuevo campo, y los parkings, sus eras. Eso sí, en Briones al menos el viento se llevaba el olor. Y que, al fin y al cabo, la vida es eso: un parking donde todos, tarde o temprano, dejamos algún charco de recuerdo.

NOTA ACLARATORIA 1: Días mas tarde de terminar este escrito David llamaba por teléfono a Josechu, David no sabía el motivo de aquellos motes que explicaba en el segundo párrafo de este escrito. David le preguntaba ilusoria e ingenuamente a Josechu cual era el motivo de aquellos motes "Roto" y "Centimín", resulto que sin darse David había tocado la fibra dormida de Josechu y había despertado aquel recuerdo de Josechu de sus años mozos. Aquellos años de la España de los rencores, aquella España del caciquismo y las envidias. Resultó que Josechu había despuntado como trabajador acérrimo de las tierras que trabajaba, y Josechu le decía encolerizado - "¡A que viene esta pregunta! ¿Con quien has hablado? ¿Quién te ha contado esas historias de los motes? David volvía a no dar crédito a su respuesta y tubo que tranquilizar, como otras muchas veces, la mano de hierro que Josechu encolerizado estaba soltando a través del teléfono. Resulto que Josechu había sufrido las envidias de una parte del pueblo, y sus enemigos y personas que sentían envidia de su auge en los negocios le despreciaban llamándole "Roto" o "Centimín". No llegue a saber certeza el motivo del "Roto", aunque Josechu luego me explicó que era por su mano de hierro, pero le llamaban Centimín por su buen ojo para los negocios, sacada dinero en todo lo que hacía y lo hacía con el sudor de su frente, no importaba que fuera domingo o día feriado.

NOTA ACLARATORIA 2: Despues de releer este relato, tal vez chorra, me doy cuenta de que Josechu siempre ha sido un experto en trilería, disfrutaba siendo el centro y de alguna forma eclipsaba a Dolores. Josechu tuvo la mirada del negocio, pero Dolores era los cimientos, era el hogar, el arropo, la espera, el cuidado y la paciencia.


sábado, 1 de noviembre de 2025

321

Le prometí hacer toda la divulgación posible, y por ese motivo este escrito.

Una hora antes, la había visto organizando con una calma resuelta el acto en memoria de las dieciséis víctimas de la tragedia ocurrida en su ciudad, Novi Sad, al norte de Serbia. Me acerqué entonces, movido por la compasión y la curiosidad, para preguntarle por lo sucedido. Fue entonces cuando ella, con todo su cariño y una gran amabilidad, me prometió que, una vez finalizado el acto, me dedicaría todo el tiempo necesario para explicarme la historia completa en el marco de las Free Conversations.
Dieciséis minutos de silencio por dieciséis victimas de la tragedia. 


Y así fue. Bajo una luz tenue y con la voz cargada de un pesar que el tiempo no había disuelto, me contó cómo, hacía justo un año, el tejado de cemento de la estación ferroviaria de Novi Sad se había desplomado sobre los pasajeros. Un accidente devastador que se cobró dieciséis vidas y que, como un rio subterráneo de indignación, desencadenó una ola de protestas sin precedentes contra el gobierno serbio.

No daba crédito a lo que veía y escuchaba. Ella trabajaba como Project Manager, y justo esa misma semana yo había estado indagando sobre formaciones en gestión de proyectos y metodologías PMI. Pero ahí no terminaba la conexión. Para colmo de asombros, llevaba tatuado en el antebrazo uno de mis números secretos: 321. Las mismas tres cifras que representaban las 3 horas y 21 minutos que me costó ganar la mejor carrera de mi vida, allá en 2008 en la maratón de Collserola. Y, como si el universo insistiera en guiñarme un ojo, en su otro brazo volaba una mariposa: el símbolo exacto de aquel proyecto tan especial que había volado de cima en cima., los "Itinerarios Up Stones", en cuyo símbolo vuelan unas mariposas.

Cada símbolo era una llave que abría mi curiosidad. Mientras me hablaba con pasión de Yugoslavia, yo recordaba las brutales imágenes de su guerra en los 90, cuando Slodoban Milisevic a sangre y fuego desintegro el país.

 "¿Y el 321?", pregunté con el corazón inflamado, resulto que Ivana era muchas cosas, no solo era Project manager, era programadora, artista, coordinadora, apasionada, involucrada,..y todo lo compatibilizaba con otras etiquetas o diagnósticos como dispepsia, TDA o autismo. El 321, me explicó, es un método de regulación sensorial y emocional diseñada para ayudar a personas autistas, especialmente niños, a manejar momentos de ansiedad: 3 cosas que ves, 2 cosas que tocas, 1 cosa que oyes. Una herramienta para calmar la ansiedad y reconectar con el mundo. 

Poco más duró la conversación, pero los dos sabíamos que sería solo la primera de otras muchas que vendrían.

 Este es solo el breve relato de una conexión donde el dolor y la esperanza se encontraron, donde dos mundos distintos conversaron bajo el mismo arco.

Finalmente me di la vuelta, y para conectar con su lado artístico le entregué la última ranita de aquel ejercito de ranas.



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lunes, 13 de octubre de 2025

Una tarde de magia y un escrito para José

                                                       

Llevaba tres semanas yendo a diario al hospital de Bellvitge para hacer compañía a  la pequeña gran Mariona. Aunque este escrito no era para ella, la nombraba ya que de alguna forma era ella la que había forzado inesperadamente  el encuentro que iba a suceder.

En las inmediaciones de Bellvitge David bajaba la ventanilla del coche y gritaba Ramón!!! Ramón!!! Ramón se giraba y miraba con alegría la sorpresa de ver a su amigo David después de tantos años, aquel encuentro inesperado sería un ligero bálsamo para la angustia que Ramón estaba pasando. 

Aunque Ramón era el mas joven de los dos, ambos habían llevado una vida paralela, mismo barrio, mismos amigos, mismo colegio, los dos eran diseñadores industriales, y a pesar de que tenían diferentes puntos de vista políticos, los dos compartían su ilusión en proyectos de ayuda al prójimo. También David había pasado por circunstancias similares a las que Ramón estaba viviendo en aquel momento. Pero este escrito no iba de ellos, este escrito iba de José, el hermano mayor de Ramón. 

La angustia de Ramón era profunda, porque se encontraba en Bellvitge para acompañar a su hermano José en su partida hacia lo desconocido.

Habían decidido quedar en la feria "Advanced factories" ya que los dos casualmente habían sacado las entradas sin saber si finalmente irían o no. Dicha feria sería la excusa perfecta para hablar de sus vidas y ponerse al día de sus historias. No sabían que ese encuentro, a pesar de la angustia, les depararía momentos figurada y literalmente mágicos, solo ellos dos sabían el motivo y solo ellos guardarían para siempre el recuerdo de un tropiezo, una baraja de naipes y la magia que envolvió toda aquella tarde.

 Habían recorrido toda la feria sin pararse apenas en ningún stand, la feria era invisible ya que ellos estaban inmersos en experiencias pasadas, coincidencias, proyectos y recuerdos. Y, como un hilo conductor que tejía cada anécdota, aparecía una y otra vez la figura de José. 

Habían pasado muchos años y hablando de José en la mente de David volvían a aparecer  imágenes, sensaciones y recuerdos de José, aquella época de noviazgo y pre-noviazgo con Antonia y la competencia de José con Diego por conquistarla, tal vez no lo recordaba bien, pero tanto Diego como José estaban enamorados de ella.

 Aquellos amigos que vivían en la misma manzana, compañeros de pandilla junto a José, el hermano mayor que muchas veces salía en protección del hermano mediano Jose Antonio, ya que muchas veces se metía en líos emulando a Bruce Lee en batallas con chicos de otras calles.

Recordaba aquellas tardes en un Frankfurt de la Ronda Sant Ramón, con los hermanos Jaime y Miguel, con Luismi, con Bruce Lee, con López, con el tal Palacios o con Pierre, que también se fueron del barrio y nunca mas supimos de ellos. Aquellos ratos en el banco de la ronda o en la esquina de la farmacia. Fue allí seguramente donde José veía pasar a la que sería el amor de su vida, Antonia, tal vez una de las mejores amigas de Rosa Mari, prima hermana del tal David que escribía este texto.  Quien sabe si tal vez ella sería la primera persona a la que Antonia le explicaría su enamoramiento de José, aquel chico "cachas" que tanto la había hipnotizado.

 Mil gracias a las familias de José y de Antonia. Mil gracias, Ramón, por haberme abierto tu corazón después de tantos años. 

 Y mil gracias, Antonia, por acogerme en el velatorio del hombre de tu vida con tanto cariño, tratándome no como a un desconocido, sino como a un amigo de siempre.

Una sensación agridulce me recorre: la ilusión de haberme reencontrado con amigos y familiares que forman parte del mundo de José y Antonia, y un dolor profundo por una pérdida tan grande. José, tan joven, con apenas 60 años, se fue demasiado pronto, dejando a una familia brutalmente golpeada, pero también un legado de amor y una huella que nos obliga a mantenerlo vivo en nosotros.

lunes, 4 de agosto de 2025

El lápiz de Jordan

              


Jordan era el pequeño de la clase y algunos de los mas gamberros hacían mofa de él, pero él, al igual que ahora Marina, sabía defenderse. 

Jordan esperaba la hora del recreo con el nudo en el estómago, muchos días iban a buscarle, pero tenía sus mecanismos de autodefensa. Cuando sonaba la campana corría a esconderse para que los mas grandes y gamberros no le encontrasen para reírse y mofarse de él. 

En el bolsillo muchas veces llevaba lápices, colores o algún bolígrafo, tal vez de amuleto. Guillén, que era el mas capullo, lo vigilaba para perseguirle y putearle. Aquel día vio que el pequeño Jordan se escondía en el lavabo. Guillén entraba a bramido limpio con su colla de falderos, al grito de "renacuajo no te escondas". Jordan esperaba con ansia a que Guillen, abriera la puerta, nada le iba a detener. 

Guillen abría la puerta, y Jordan al segundo descargaba el lápiz con furia contenida: la mina de HB se incrustaba en el cuero cabelludo de Guillén como un recordatorio sangrante: Los pequeños también tienen límites.

Jordan era así, nadie iba a cometer con él, ni con los suyos ninguna injusticia. 

Cuarenta y muchos años después, Jordan recordaba el incidente entre risas con Marina, su hija inmunodependiente. "Menudo bestia eras, papá", decía ella mientras ajustaba las conexiones de las diferentes vías que colgaban del gotero y que le suministraban, comida, medicación y vida.

 Marina había heredado su fuego, ahora era ella la mas pequeña y aparentemente indefensa de la planta, 21 años, 24kgs, pero con una densidad existencial brutal, y como diría su compañera de habitación Encarna, "con muchos cojones por kilo".

Los residentes nuevos solían confundirla con una adolescente hasta que la veían discutir y corregir protocolos con los jefes de planta, se ganaba su respeto con la misma contundencia con la que casi cincuenta años atrás  Jordan se lo ganaba con el resto de compañeros de clase.

Muchos días su tío estaba allí, para regalarle su presencia y estos escritos y dibujos, tal vez para amenizar las horas eternas, las pruebas interminables, los caminos por explorar,...

Marina sabía que los verdaderos luchadores no necesitan tamaño, solo alguien que crea en ellos cuando el mundo duda.

sábado, 26 de julio de 2025

AS Cirbonero, Serdan.



"Amor, sentimiento, elevación, vibración......Vida y la magia de la creatividad!"
"El oficio es la habilidad que todo artista debe cultivar ya que éste es el traje con el que se viste el arte" AS Cirbonero, Serdan.

Cada medio día, Serdan le llevaba a Sant Boi. Muchas veces se desplazaba corriendo, pero el retorno siempre era en el Opel Omega azul metalizado de Serdan. En esos desplazamientos aprendió el arte de los trayectos para el intelecto. Charlaban de cosas de la vida y del trabajo, de fondo los cassettes de cursos de alemán o de francés que Serdan escuchaba a diario.

El recorrido curvilíneo entre Sant Boi y Sant Climent, Serdan lo convertía, con sus volantazos, en poligonal y rectilíneo, como una metáfora de su carácter, recto y sin rodeos. Sus trabajadores bromeaban por su forma ruda de tomar las curvas. Serdán le contaba muchos de sus sueños. Hablaban de todo tipo de temas, desde la ley de Hooke y hasta lo increíble de que el ser humano fuera el único animal con conciencia, una parte de sus pinturas versaban sobre estos temas, ciencia, universo, humanos, alma.

Para Serdán aquel joven tal vez sería un continuador de su visión técnica de batalla en la empresa, la misma visión que había sembrado en todos los que aprendían a su lado.

La empresa pasó a la segunda generación fusionando la esencia de Serdan con la frescura de sus hijos, que desde 1975 atesoraban conocimientos para aquel momento.

Nunca olvidaría la pasión con la que explicaba sus historias, -contrataremos a personas con limitaciones físicas, creceremos, colaboraremos con escuelas,...No todo se logro, pero todo se intentó.

La empresa floreció como un árbol, donde las raíces de su visión se nutrieron con la savia nueva de sus hijos. Superaron crisis, pandemias, y aunque él ya no estaba, su esencia perduraría en cada rincón del taller, en cada mecánico que sonriera al recordar su "rigor", siempre seguido de enseñanza.

Cuando camino por la nave con las nuevas generaciones, creo que su legado está seguro. No en planos o máquinas, sino en esa mezcla de rigor y humanidad que nos enseñó, en aquella mano de acero y aquel corazón de maestro.

Descansa en paz, mentor, tal vez alquimista, artista del metal, del lienzo y de la vida. Gracias por aquellos croquis que luego eran arte industrial, gracias por los volantazos, los regaños, y por creer en mí cuando yo aún no sabía volar.
 

PD: Muchas veces vuelvo a escritos que ya estaban terminados, para releerlos y recordar como me sentía en aquel momento por los hechos explicados, y hay veces, como ahora, en los que me apetece añadir pequeños detalles, pero que para mi son importantes. 
Desconozco si alguien leyó este texto en el que escribí lo mejor de mi con respecto a Serdan, espero que este añadido no hiera sentimientos ni que sea mal interpretado.
Aquí va dicho texto:

Y allí estaba yo, llorando al son de un violín. Tres filas más adelante, sus nietos lloraban con un sentimiento verdadero. En primera fila, sus hijos y su mujer, Selegna, también se emocionaban con la música. Toda una vida finalizada. ¡Cuántos recuerdos! Tal vez de aquella época en Sacatam, cuando Serdan tenía tiempo para paseos con sus hijos y con Selegna; las temporadas de camping, o la búsqueda de local con Elido que al final acabó en Pompeu Fabra. Aquellos años locos de los 70... o el año1975, el año en se que fundó la empresa. Aquella mano de hierro que siempre tuvo, pero que solo los que realmente le conocieron supieron que escondía un lado más humano: el del padre, el maestro, el amigo...

Y así, entre llanto, charlas y risas, se iba disipando esa energía tan única que desprenden las personas que se van. Incluso su nuera Estnom la recogía. David le explicaba que, en su última charla, Serdán le había confesado que ella había sido "un verdadero bálsamo" en la vida de su hijo mayor. 

Estnom agradecía en aquel momento lo que David le acababa de explicar, ya que era un detalle sorprendente y emotivo para ella, que no había tenido tiempo de conocerlo a fondo.

Para ella descubrir ese lado humano de Serdan fue como cerrar un último círculo, un regalo inesperado en el día de la despedida.

viernes, 9 de mayo de 2025

Coincidencia 60. Puértolas, Escuain, Añisclo, Carlos, Bea, conversaciones gratis

             

Se acababa de dar un baño tonificante de cuerpo y alma, estaba completamente solo en una poza de agua fría y cristalina, disfrutaba de la soledad. Justo cuando se disponía a marcharse aparecía una pareja joven, no supo precisar su edad, jóvenes de alma y entre 35 y 40 en lo físico, si algún día leyeran este texto ellos mismos lo podrían corroborar. David solía gastar ese tipo de bromas cuando se encontraba en esas situaciones, era su forma tantear a las personas, según fuera su respuesta ya sabía frente a qué tipo de personas se encontraba;

-Perdonad, pero esta poza está reservada para mi- 

ellos se quedaron sorprendidos unos segundos, pero al momento le seguían la corriente,  sus gestos y miradas delataban una conexión instantánea, como esas veces en que alguien te cae bien sin conocerle y sin saber por qué. Fue una conversación breve, pero con los mínimos gestos comunicativos que al que escribía le gustaban. Era viernes, acababan de llegar a zona y agradecían con sinceridad la información que David les daba;

 -La montaña de enfrente es Peña montañesa, yo esta mañana he subido a Castillo Mayor, que es la montaña de aquí atrás y que destaca frente a la Peña...el agua del río está genial...esta zona es brutal de bonita...-por supuesto, no falto la típica pregunta, 

- ¿de dónde sois? -

Eran de Valencia, el que escribía les dijo que él era de Barcelona, y eso fue todo. David recogió sus cosas y se fué.

  Los pensamientos de David, a quien le encantaban las personas, siempre iban libres al margen de lo que estuviera haciendo. Dicen que por la mente de las personas vagan libres miles de pensamientos, ahora en su mente vagaban preguntas, pero no era el, eran sus pensamientos, 

-¿Subirían estos chicos a alguno de los sitios que les he aconsejado? ¿Qué edad tendrán? ¿A qué se dedicarán? ¿Qué historias de montaña o de vida habrá detrás de una pareja tan maja?-

 En fin, se perdía en sus pensamientos entramados con otras historias, se imaginaba a Biel, la pareja de su hijo pequeño Iván, a quien le encantaba la montaña, pero que nunca había subido a una cima de esa bonita zona, y lo imaginaba subiendo a Castillo Mayor, se acordaba de anécdotas de aquel bonito proyecto de las conversaciones gratis o visualizaba mentalmente la salida Joelette del siguiente fin de semana. Sus pensamientos iban y venían al ritmo de Amy MacDonald, cuya voz se fundía con el rumor del rio, en el coche sonaba, “Is This What You've Been Waiting For?”. Cuando descubría una canción que le gustaba la escucha en bucle durante varios días, y la música a todo volumen en el coche era la guinda final de la celebración de una bonita mañana de montaña, de agua y de personas. Llegaría a casa y explicaría su excursión, tantas veces repetida desde años atrás y que tanto le conectaba con aquella montaña.

                                 

  David había seguido sus días de relax con la familia, ese día tocaba ir al cañón de Añisclo. Tiempo atrás habían visitado la zona, pero el cañón estaba cerrado por peligro de desprendimiento de rocas. Esta vez el cañón estaba abierto y les esperaba una mañana preciosa. Y así fue, Sara no daba crédito a tanta agreste belleza de paisaje, recorrido con la Touran. En muchos momentos Sara pasaba miedo al ver que la sinuosa carretera atravesaba zonas en las que había restos de desprendimientos. Había en el ambiente cierta dosis de temeridad, pero la carretera estaba abierta. Y así,  ese día se adentraban en las tripas de Añisclo, haciendo parada a medio camino para visitar la ermita de San Húrbez y terminando en una agradable comidad en la bonita terraza de aquel restaurante de Escalona con vistas a La Peña Montañesa. Por la tarde se deleitaron con un paseo por las inmediaciones de San Juan de Plan.

  Era sábado por la mañana, atrás quedó la excusión al cañón de Añisclo y David aún conservaba la sensación de plenitud que le había dejado su contacto con la montaña el día anterior. Había madrugado y miraba por la ventana mientras tomaba un café. La Peña las Once estaba nevada en su cresta, el paisaje de ese año era bestial de bonito comparado con otros años anteriores. Las diferentes tonalidades del verde, junto con la nueva y exuberante frondosidad debida las continuas lluvias del mes de abril, hacían que el valle de Chistau y toda la zona en la que estaban, estuviera mas colorida y bonita que nunca. Ese día tocaba ir a ver la garganta de Escuain, y la mañana prometía un gran día.

Habían visitado la garganta en un bonito recorrido de dos kilómetros sin apenas desnivel. Toda la familia estaba disfrutando del increíble paisaje y de ver a Sara disfrutar tanto. Sara era la pareja del hijo mayor de quien escribía este escrito, ella nunca había visto dicha garganta. Sara iba en todo momento delante con David hijo, era una chica curiosa, como mínimo mucho más que su hijo David, que muchas veces aprovechaba cualquier excusa para acortar el recorrido o para no terminarlo. Aunque otras veces David hijo lo hacía para esperar a su madre que casi siempre iba rezagada detrás y agarrada de la mano que del que ahora escribe esta historia. 

Al llegar al final del recorrido, mientras el resto de familia se dirigía hasta el coche, David charlaba con la chica responsable de la información del parque. David aprovechaba cualquier momento para entablar una conversación. Siempre lo hacía, como le había pasado el día anterior en el rio con la pareja de Valencia. Su curiosidad buscaba cualquier excusa para indagar y aprender.

  Y allí estaba, escuchando a una señora amante del parque, de la naturaleza, de los ecosistemas y del mundo de la ornitología. Una de las atracciones de la zona era  la presencia de quebrantahuesos. Entre otras cosas, le explicaba a David la masacre que los aerogeneradores estaban causando a las aves en toda España. Cada año morían miles de aves y muchas de ellas son aves protegidas por temas de extinción. No solo era la violenta masacre que las astas producían en el entorno aviar, además le explicaba que se alteraba el ecosistema natural de la zona donde eran implantados y lo mismo sucedía en los campos de placas solares, destruían brutalmente el ecosistema. David estaba leyendo en esos días un libro que hablaba de este tema, el autor mencionaba a Edward O. Wilson como un naturalista defensor acérrimo de los ecosistemas. Una de las cosas que decía dicho naturalista era que si desaparecieran todos los insectos y artrópodos terrestres, probablemente la humanidad no podría vivir mas allá de unos meses.

  Y así, párrafo a párrafo iba hilando el texto que le serviría para recordar aquella bonita coincidencia con la pareja de Valencia y que unos párrafos después explicaría como colofón final de esta narración, y que además le servían para ir escribiendo partes de su vida.

 David siempre solía llevar un libro en la mochila, y a ratos, cuando la familia de despistaba o estaba en otros quehaceres, seguía con su lectura. En aquel momento esta leyendo el libro “Cogitacions”. El autor, JoanDomènech, era un entrañable señor de 80 años y vecino de David, era toda una eminencia mundial en temas de biología, pero era aún más eminencia como persona y como ser humano.

                                       

 David sentía por él un respeto y una admiración supremos, más allá del que ya profesaba a todos los escritores que le permitían sumergirse en historias fascinantes y enriquecedoras. Para David, era un auténtico lujo poder *cogitar* a menudo con Joan Domènech sobre los temas que tanto le apasionaban.

Maria, la pareja de David, también tenía muy buena relación con aquel entrañable vecino, pero además era amiga de su mujer. La mujer de JoanDomènech también era una gran persona y a Maria, que tenía mas tiempo que David para socializar con la vecindad, le gustaba hablar con ella.

La edad y achaques de salud iban provocando que cada vez saliera menos a la calle. Sufría fibromialgia y esta dolencia la limitaba sobremanera.

  Y después del último párrafo volvía casi al final de esto escrito que conectaba con unos párrafos mas arriba cuando toda la familia se marchaba de Escuain. Ya subidos todos en el coche se disponían a buscar un lugar donde ir a comer. David hijo tenía un instinto insuperable en buscar restaurantes con encanto, y pasado el pueblo de Puértolas a medio camino hacia Escalona, encontraba un restaurante aislado y perdido en un punto increíble de aquella zona, con unas vistas preciosas al verde y agreste paisaje del pirineo aragonés. Una amplia terraza con mesas dispuestas para los comensales regalaba una panorámica extraordinaria.

                                   
  A la entrada al restaurante yo bajaba el último de la familia ya que me paraba para disfrutar del extraordinario paisaje, pero al llegar a la zona de las mesas de repente hoy una voz que decía;
 -Mira es el chico de ayer en el rio- 
yo me giraba y sonreía de oreja a oreja, al igual que lo hacía la pareja mientras nos mirábamos. No me lo podía creer, !era la pareja del día anterior en el río! Me hizo muchísima ilusión que nos encontráramos en compañía de mi familia, era como dar un paso mas en esa conexión que sentía que había. Ese encuentro se había convertido en otra de aquellas coincidencias que David coleccionaba, y que eran la excusa perfecta para escribir unas palabras e hilar un relato.

Poco más sucedió excepto un pequeño e importante detalle. Resulto que el chico había subido a Peña Montañesa y estaba muy contento de dicha excursión. Cuando me explicaba su periplo en la montaña le brillaban los ojos, me recordaba a mi mismo cuando hago mis montañas y lo explico a otras personas. En un momento dado, miré a la chica y le pregunté porque ella no le acompañaba, ella me contesto; 

- tengo fibromialgia y hay ciertas cosas que no puedo hacer, yo me quedo abajo esperando-. 

Algo revolvió el alma de David, era una mezcla de melancolía y alegría, melancolía por que él también tenía una pareja con una enfermad crónica que también le esperaba abajo mientras él subía montañas, y alegría, no solo por la coincidencia de habernos vuelto a encontrar, sino la casualidad de que la mujer del autor del libro que estaba leyendo tenía la misma enfermedad que ella y por la coincidencia de sensaciones y de logística que Carlos tenía al subir montañas. David no dijo nada, solo la miro a los ojos y le dijo que su mujer también tenía un enfermedad crónica y que también ella le esparaba a su vuelta de las montañas.

La comida transcurrió de una forma fascinante y agradable, viendo batallas de un gato valiente, un zorro muy poco audaz y un quebrantahuesos que no pudo quebrar a un gato, pero esa es otra historia.

David ya maquinaba su próxima narración, por eso en el último minuto, cuando la pareja ya se iba, David se levantó y se acercó rápidamente hacia ellos para pedirles sus nombres, se llamaban Carlos y Bea.

También les dijo que tenía un blog donde escribía y que algunos de sus escritos versaban sobre historias conectadas y entrelazadas por coincidencias. Eran historias reales que le servían para ir hilvanando una especie de biografía que compartia con personas que le gustaban.

Sus pensamientos otra vez iban por libre, con todo tipo de ideas, pero la idea central era, “que bonito sería que algún sábado por la mañana y casualmente aparecieran Carlos y Bea por Arco de Triunfo”.

Aunque también le rondaba el pensamiento causal, “David escríbelo al final del texto, si algún día Carlos o Bea leen tu narración sabrán donde encontrarte para tener o terminar una conversación gratis”

Era viernes, ya había pasado una semana desde los hechos narrados en este escrito, al día siguiente a las once y media de la mañana y como cada sábado estaría durante dos horas a los pies del arco de triunfo sentado en una silla, leyendo un libro, frente a una silla vacía con su cartel cuidadosamente elaborado con el texto “Conversaciones gratis”. Quien sabe? Tal vez algún día surgiría otra coincidencia que sentaría en la silla vacía a Carlos o a Bea.

domingo, 13 de abril de 2025

BURN OUT


 Nunca os habéis equivocado? Siempre os exigís mucho en todo? El como te lo tomes o como lo afrontes puede ser una de las primeras causas, junto a otras muchas, de lo que mas adelante se convierta en lo que algunos expertos llaman BURN OUT. Por suerte y en mi caso, tal vez por la forma en que afronto las cosas que me pasan, o tal vez porque no me haya dado cuenta, no recuerdo haber pasado nunca dicho trastorno. Si que he tenido momentos de tensión, ¿Quién no los ha tenido?, pero nunca al limite de que lo que me pasa en el trabajo o en otros entornos, tal vez en el deportivo, condicione cualquiera de mis otros entornos vitales como la familia, amigos u otros hobbies.

 Desconozco el motivo y tal vez sea casual, pero llevo unas semanas encontrándome con personas cercanas a mi, tanto en mi entorno de barrio y vecindario, como en mi entorno laboral, que sufren este trauma. Además desde que colaboro con las "Free conversations", de mi amigo Adrià, muchas personas se nos acercan a contarnos sus historias. Muchas veces estas personas nos cuentan historias que ni siquiera se atreven a explicar a sus personas mas cercanas. Por eso nos las cuentan, porque saben o creen que no vamos a juzgarles y que nunca mas nos van ver. Son personas de todo tipo, desde la profesara de universidad que ya no puede mas y está de baja por ansiedad o Burn Out, o la responsable de RRHH de una importante empresa que en su afán de dar lo mejor a los trabajadores choca con la dirección de la empresa hasta que ella misma acaba en baja por dicha dolencia, o como aquella historia de aquellos compañeros de trabajo que de repente saltan a gritos entre ellos como nunca antes lo habían hecho, gritos que media empresa escuchó sin dar crédito a lo sucedido.

Hay días en los que trabajar bajo ciertas decisiones o formas de dirigir puede agotarte hasta la última gota de motivación, por eso es bueno ir soltando la tensión antes de que se acumule y perdamos el control. El burnout no surge solo por exceso de trabajo, sino por la sensación de invisibilidad, la falta de coherencia, la comunicación fracturada o dicha tensión acumulada. Pero incluso en esos momentos, la inteligencia emocional y cierta calma, puede ser un faro.

Detrás de un jefe o jefa que parece empeñado en complicarlo todo, también hay personas que pueden sentir miedo, presión o simple desconocimiento. No es excusa, pero es una realidad. Cuando eliges responder con claridad (sin resentimiento), cuando propones soluciones en lugar de solo señalar problemas, o cuando modelas el respeto que exiges, algo cambia. No siempre, pero a veces si.

Los líderes también aprenden de su equipo. Si tu actitud demuestra que la productividad florece donde hay escucha, reconocimiento y sentido común, puedes —sin cargar con esa responsabilidad— inspirar un cambio. No es tu obligación "arreglarlos", pero sí una oportunidad para proteger tu bienestar y, quizá, sembrar un mejor entorno para todos. Una de las formas de combatir el burnout podría ser con límites, sí, pero también con pequeñas revoluciones de ejemplo.

Hoy en mi intento de escribir dicha palabra bien grande y de la forma kilométrica, corriendo con un GPS, para dar visibilidad a este tema, ha habido de todo; fallos de GPS, posiblemente fallos míos por parar a beber agua en una fuente y dejar el GPS en pausa durante unos metros,...pero posiblemente otros con un nivel mayor de exigencia no se hubieran atrevido a publicarlo, por el miedo al que dirán. Este es otro de los motivos de Burn Out, exceso de exigencia y de querer agradar siempre a los demás.

En fin, a cuidarse mucho, no dejemos que nuestros de trabajos o ciertas pasiones y la exigencia que en ello ponemos piloten el resto de nuestros ámbitos vitales como la familia, los amigos, el entorno. Cualquier técnica o prevención que utilicemos no podrá evitar casos puntuales de Burn out, pero muy probablemente si que podrá reducir sus efectos.

domingo, 30 de marzo de 2025

Relato de un legado

 Había sido un mes de marzo con mucha paciencia de Mohamed con David. Mohamed estaba de Ramadán, y David, que siempre estaba de broma, casi todos los días de ese mes, le acercaba el vaso de café para que lo oliese. Mohamed sonreía y aguantaba con serenidad las bromas diarias de David. Sentían mutua admiración, y Mohamed sabía que, al margen de las bromas, David era una persona profundamente respetuosa.  

 El mes había pasado rápido, al menos para David, no tanto para Mohamed. Era lunes, el Ramadán había terminado y todo volvía a la rutina. Mohamed se presentaba sonriente frente David con un café en la mano para que viera que ya había terminado la penitencia, y David recordaba la charla del día anterior con los entrañables padres de Noe. 

 Recordaba como petit, el padre Noe, le explicaba que uno de los últimos deseos de Noe había sido tomar un café.

 Y así empezaba a escribir estas palabras basadas en una historia real, o no, donde un accidente de coche rompía todas las expectativas, donde el amor fue la única alternativa y donde un café y una copa de cava fueron algunos de los últimos deseos de Noe.

 Llevaba años soñando con aquel lugar, con aquel viaje, de hecho, llevaba mucho tiempo preparándolo.

 No se le podía escapar ningún detalle, tenía la total determinación de que el viaje sería solo de ida. Aunque se quedaba en casa, todos sabían que se iba muy lejos, y que probablemente no volverían a verla nunca más.

 Había tomado la determinación de dejarlo todo, y trascender a aquel paraíso preparado especialmente para ella, a aquel lugar que pocos conocían.

 Nada podía fallar, por eso había dejado las tareas de preparación a cargo de sus personas de mas confianza, sus padres, su hermana y sus sobrinas.

 Tenía que ser un lugar totalmente hermético a molestias e interrupciones externas, su paraíso debía ser así, por eso ese trabajo se lo dejó a su padre, conocido como “Petit”. 

 Petit estaba jubilado, había sido un constructor de la zona y era todo un experto en albañilería y edificación. 

 En cuanto al lugar y el paisaje que ella buscaba, debería ser azul con un cielo limpio de nubes, tal vez con un sol y una luna, donde se viera todo un universo de estrellas, constelaciones y todo lo que su imaginación había llegado a desear, todo ello presidido y velado por un hada.

Las personas que Noe había elegido para prepararlo todo eran casi alquimistas, habían convertido un tubo de uralita en todo un paraiso para ella.

 En cuanto al que escribía estas palabras, solo le desearía buen viaje. Lo haría a su forma, corriendo y escribiendo su nombre en uno de sus maratones improvisados de un día para, pero con la mas absoluta conciencia y con todo el sentido.

 Ella le había enviado una carta en la que le trasmitía su gratitud por aquella iniciativa de las piedras viajeras. Sería el  último mensaje que ella le escribiría, al igual que otros muchos que envió a toda su trupe de personas queridas.

 Noe probablemente ya no lo recordaba, o tal vez si, pero antes de sus piedras viajeras hubo otras piedras, las piedras viajeras “The sky is the limit”. Dichas piedras habían trascendido a unas piedras en blanco, que solo Xavi y David recordaban. Nna, la chica que pintaba las piedras les había dado una gran lección, a Noe ya no le hacían falta unas piedras con elaborados y preciosos dibujos, debía ser ella misma quien las pintase y les diese color y sentido. Por eso las últimas piedras que Nna entrego a Noe a través de David y Xavi estaban en blanco.

 Noe les daría color para que emprendieran un nuevo viaje siguiendo “El camí de la papallona”.

 El que escribía recordaba el motivo por que Xavi había ido a buscarle años atrás. Xavi tenía una paciente que le pedía ayuda para trascender. Corría el año 2014.

 Aquellas piedras blancas sin  dibujos solo fueron la última excusa para aplazar unos años su último viaje. Piedras que más tarde le suministraría su padre y que luego ella pintaría con ayuda de su madre.

 Al final lo consiguió, tras ocho años disfrutando del camí de la papallona, Noe decidía que ya era hora de volver a plantearse aquel último viaje. Para ella había llegado el momento de devolver todo el amor que ella había recibido de su familia.  Casi tres años duraron los preparativos para regalar a su familia su vida, la daría por ellos, para su descanso y en gratitud por todo lo que ellos habían hecho por ella.

 Y lo hizo, de la forma mas natural que pudo, sin apenas llantos ni tristeza, simplemente como el que se marcha de viaje con la ilusión de descubrir un lugar mágico.

 El que escribía este texto tenía pendiente una charla, sentía la necesidad de volver a ver a los papás de Noe. Ellos dos eran parte de ese círculo cerrado de personas por las que sentía un especial aprecio, y así se lo quería demostrar y así se lo demostraría en años venideros. 

 Y otra vez se presentaba frente a aquel portal. Como otras muchas veces tocaba al timbre del tercer piso, con la ilusión de volver a  verles, de volver a ver esas miradas de gratitud sincera y mutua, por las experiencias vividas. Además, y por parte del que tocaba al timbre, expresar su admiración por unos padres que lo habían dado todo.

 Y a los pocos minutos ya estaban inmersos en recuerdos de Noe. Dolors le explicaba anécdotas con Petit y Noe, como aquellos días en que las dos se iban de compras.

 Cuando llegaban a casa dejaban alguna de las  bolsas de ropa nueva en la puerta de entrada para que su padre no las viera, cuando Noe estaba dentro, su madre cogía las bolsas disimuladamente y las introducía a escondidas.

 Su padre era increíble, el que escribía se reía mucho con él. Cada vez que madre e hija volvían de pasear Petit se desesperaba; "Ja heu tornat a comprar, ostia puta!!!

 Cuando salían de compras y la silla la llevaba su madre se paraban en todas las tiendas. Muy distinto era cuando el padre era el  que pilotaba. Pasaba rápido por las tiendas y Noe se desquiciaba, giraba la cabeza todo lo que podía para mirar a su padre, pero Petit solo miraba al frente y corría a toda prisa para que Noe no viera las tiendas. Por supuesto que Noe ya sabía en cada momento donde estaba cada una de las tiendas.

 Y entre risa y risa, Petit lloraba mientras explicaba aquellos recuerdos que ahora eran anécdotas, pero a la vez los tres reían a carcajadas, tal vez de la vida, de lo puñetera en positivo que había sido Noe, de como lo tenía todo meticulosamente planeado, de como habían hecho aquel minucioso trabajo, cuyo centro era su alma mismo. Dolors se preguntaba; ¿Pero como lo pudimos hacer? Y además, lo hicimos tranquilos, no hubo lloros, era solo cumplir un deseo y llevarlo a cabo. Petit le explicaba lo que le decía aquel ultimo día a su hija; "Noe recorda que avui és l'últim dia que et dono d'esmorzar, recorda que després a dalt no et donaran d'esmozar". Y Dolors relataba como ese día Noe se había arreglado como lo hace una fémina de apellido Gaya, debía de ir mas guapa que nadie, ni siquiera su hermana le iba ganar en estilo de vestimenta.

 Petit le explicaba que tenía 56 años cuando su hija tuvo el accidente, curiosamente esa edad tenía David al escribir estas palabras.

 Y así terminaba aquel escrito, enlazándolo con el comienzo, y cuya finalidad era rememorar la figura de Noe y de su legado, como ejemplo de que el amor no entiende de límites ni de pérdidas; se reivindica en los gestos mas pequeños, aquellos que iluminan incluso la oscuridad. Como ese café y esa copa administrados a través de una sonda PEG como último deseo y brindis por la vida, o como ese padre que le acerca la taza de café y le humedece los labios con ternura y una chispa de cava.

 Noe eligió su camino, pero nos dejó un mapa y un legado —el de las piedras viajeras— para que nunca olvidemos que el amor también es una forma de eternidad, que incluso con la mochila mas grande cargada de piedras se puede conquistar la montaña mas alta.

Gracias por todo tu legado, gracias a ti muchas personas con limitaciones de todo tipo están viendo cumplidos muchos de sueños, como subir una montaña o encontrar un piedra mágica cargada con tu energía.


Pd a los lectores y al margen de este escrito:

Thich Nhat Hanh, era uno de los líderes espirituales que mas ha influido en occidente después del Dalái Lama, he rescatado uno de sus escritos, de su libro - Silencio, El poder de la quietud en un mundo ruidoso-, que enlazo con la figura de Noe Gaya Creus; 

"A veces la gente dice: !No te quedes sentado de brazos cruzados. Haz algo!. Te están instando a actuar. Pero a los practicantes de plena conciencia les gusta decir; ¡No hagas nada, quédate sentado ahí sin mas!. La no acción también es en realidad acción. Hay personas que no parecen hacer gran cosa, pero su presencia es crucial para el bienestar del mundo. La cualidad de su presencia hace que estén ahí para los demás y para la vida. Para ellas la no acción es hacer algo."

domingo, 23 de marzo de 2025

Free Conversations

Eran tiempos de denigración de la palabra. El poder de la imagología del momento todo lo trastocaba. Lo que antes significaba una cosa, ahora desde las altas esferas nos hacían creer que eran otras. A rearme lo llamaban salto tecnológico, a la censura se le llamaba plan de regeneración democrática, a mentir se le llamaba cambiar de opinión, la naturaleza de las cosas cambiaba simplemente con cambiarle el nombre. Parafraseando a Byung-Chul Han en du libro Infocracia, "El régimen de la información era una nueva forma de gobierno".

En medio de ese ruido, David volvía a perderse en uno de sus mundos. Le pasaba a menudo cuando pensaba en cómo hacer su entorno un poco mejor. Era seguidor de la red profesional LinkedIn, una red que no dudaba en recomendar a los jóvenes que lo rodeaban. Fue allí donde descubrió Free Conversations, un proyecto que lo cautivó desde el primer momento. La idea de sentarse en un banco con un cartel que invitaba a conversar, esperando a que alguien se acercara para desahogarse, le pareció tan sencilla como profundamente humana. En un mundo donde las palabras parecían haber perdido su valor, este proyecto le recordaba que, en realidad, seguían siendo poderosas.

Sus hijos ya se habían independizado y desde entonces le pasaba por la cabeza adelantar el despliegue de alguno de los planes que tenía pensado realizar en su jubilación. Uno de ellos era dedicar más tiempo al proyecto Itinerarios Up Stones, que había creado junto a Cris y Xavi. Se trataba de ayudar, gracias a las sillas Joelette, a personas con limitaciones físicas a alcanzar cimas de montañas que nunca hubieran creído posibles. Era una experiencia que le llenaba el alma y le recordaba la importancia de dedicar tiempo a los demás.

En esa nueva etapa, sin sus hijos en casa y con la jornada intensiva que la pandemia del COVID le había dejado, tenía tiempo para pensar o realizar otras tareas al margen de su trabajo y su familia. 

Su mujer, Maria, que lo quería con locura, al igual que él a ella, muchos días se desesperaba de verlo en casa y además le ponía muy nerviosa que él quisiera participar de las tareas que ella realizaba. Habían sido muchos años con David trabajando largas jornadas y ella cien por cien dedicada a labores del hogar y de sus hijos. Era una época tan polarizada entre machismo y feminismo que el que escribía tenía que explicar que ese reparto de tareas había sido de mutuo acuerdo y cariño, y en algunos aspectos motivado por la enfermedad incurable de María.

Siempre había tenido la necesidad de dedicar una parte de su vida a las personas, tal vez al mundo o la sociedad, era donante de plasma y plaquetas, había creado con Cris Xavi el bonito proyecto de los itinerarios Up Stones, y ahora de repente aparecía un proyecto que tal vez le permitiría transitar parte de su tiempo a dicho proyecto. La idea de estar ahí, sentado en una silla frente a una silla vacia, dispuesto a escuchar a alguien que necesitara hablar, le pareció un acto de generosidad y humanidad que iba más allá de las palabras. Era un reto que lo emocionaba y que sentía que encajaba perfectamente con su deseo de dedicar parte de su tiempo a los demás. Además, seguramente surgirían sinergias que muy probablemente alimentarían a su colección de coincidencias.

Para el era todo un reto que colmaba su búsqueda de ese algo al que dedicar parte de su tiempo. No era para nada un buen orador, le gustaba mas escuchar o escribir, pero el toque de ayudar a los demás le atraía.

Y allí se presentaba con este escrito, lo colgaría en el grupo de WhatsApp, no sabía lo que pasaría al día siguiente, pero era su forma de presentarse ante unos desconocidos. 

Tal vez él sin darse cuenta estaba siendo una de esas personas que se paraban a conversar y explicar parte de su vida a unos locos desconocidos que osaban la temeridad de conversar.


Free Conversations

sábado, 8 de marzo de 2025

Escritos de tren , de Iván, de Biel, de David, de Sara o de Dris

   

Escritos de tren, de los peques que ya no son tan peques, escritos de lo cotidiano, de las personas que te encuentras, del paso de los días y de la relatividad de la dicha, la fortuna o de la satisfacción.

Biel era así, reía y reía sin poder contener la risa mientras observaba como David, el padre de su pareja, hervía en enfado consigo mismo por ser tan despistado, y lo era, y Biel lo utilizaba para burlarse de él.

Biel le escondía el teléfono móvil, y David buscaba y buscaba hasta la desesperación, entonces cuando estaba punto del enfado total escuchaba la carcajada de fondo, Biel volvía a repetir la broma del teléfono.

Estos detalles eran los que al final quedaban en el recuerdo. Biel había partido a Suecia e Iván estaba en Amberes centrado en sus estudios en vacunología, la casa ya no era lo mismo, el estudio, las bromas y las carcajadas habían sido sustituidas por cierto silencio, ella se refugiaba muchas veces en las grabaciones que desde Berlín le enviaba su gran amiga Silvia, o en sus rutinas cotidianas de cocinar, hacer las compras, dejar la ropa del otro hijo bien limpia y acompañar a su madre de vez en cuando en alguno de sus paseos, 81 años no eran pocos y había que disfrutar con ella cada día con mas intensidad.

El otro hijo, David, se encerraba en su cuarto y se perdía en su mundo secreto. Estaba a punto de terminar sus estudios en Marketing Digital y soñaba con independizarse. Muchos días llegaba Sara, la pareja del que estudiaba Marketing. La presencia de Sara venía cargada de cierta alegría, era una chica risueña y a veces despistada, cuando ella o Biel estaban en casa, María José o MJ, que era como la llamaba Biel, se olvidaba de su cruz y se reía con ellos, las guerras con su hijo David se apaciguaban y fluía un ambiente jovial. En la ausencia de Biel David padre aprovechaba el lado risueño de Sara para gastarle las mismas bromas que Biel le gastaba a él.

No sabía hacía donde le llevaría aquel escrito, inventado o no, pero quería ser inmortal, por eso escribía pasajes de su vida, cuando él muriera sus escritos persistirían hasta cierta eternidad. En aquel momento le apetecía escribir sobre lo cotidiano, de esos días que parecen siempre iguales, a los que muchos llaman rutina, pero que esconden muchos matices que al descubrirlos y apreciarlos nos hacen disfrutar en profundidad y plenitud del día a día.

Y pasados unos meses volvía a aquella parrafada escrita en ratos de tren, todo había vuelto a cambiar, pero todo era lo mismo, el paso inexorable de los días, del tiempo, de otro verano que acababa de terminar, del otoño que había pasado volando, de otro año que ya tocaba a su final y otra vez nuevas metas, nuevas ilusiones, nuevas ideas, otro día de lluvia, de diciembre con los pies fríos y un Tió por llegar.

Y todos los días la misma rutina, del trabajo, de las obligaciones, de las devociones a medio camino entre Sant Climent y Sant Boi, y en su trayecto muchos días Dris, el mendigo de la estación de tren, para sonreírle y cuya presencia le recordaban que, incluso en lo cotidiano, había historias que valían la pena contar.

Que historia habría detrás de Dris, ¿Qué periplos habría tenido que superar hasta acabar mendigando a la entrada de una estación de tren de Sant Boi de Llobregat?

Dris había llegado 12 años atrás desde Marraquech, allí había trabajo en varios sitios, en la industria textil, en encuadernación de libros y de paleta,...poco mas sabía de Dris, era la información que tenía de sus breves saludos.

Las mariposas siempre venían a su rescate, recordándole que incluso en la tristeza hay belleza. Ese día no estaba triste, pero sentía cierta melancolía, había sido un año complicado, era víspera de fiestas navideñas, y aunque la semana había sido bonita algo le angustiaba. Probablemente eran las fechas navideñas, que muchas veces nos enternecen, o ese día de lluvia melancólica, pero mientras miraba por la ventana del tren viendo llover algo le impulsaba a plasmar sus pensamientos inconexos en este escrito a propósito de lo cotidiano.

Su hijo pequeño Iván había vuelto a casa después de varios años estudiando fuera, pero sabía que en breve volaría de su hogar. En su trabajo ya eran varios los que se jubilaban, era un día despedidas de empresa, de comidas y de hacer balance. Él odiaba esos encuentros, siempre decía que el cariño y compañerismo se demuestran día a día todos los días del año, y no en una reunión de fiesta.

Mientras la vida familiar seguía su curso, otras historias, como la de las nadadoras sirias, le recordaban la fragilidad y la fuerza del ser humano. En 2015 dichas nadadoras en su periplo de emigración debido a una terrible guerra civil que asolaba a su país, salvaron la vida de una veintena de personas. La precaria embarcación en la partían desde Turquía hasta Grecia empezó a naufragar en medio del Mar Egeo, las hermanas nadadoras decidieron lanzarse al agua y nadar para aligerar y remolcar la embarcación.

Le acababan de comunicar a el "roto" el secreto de su nieto Iván, a sus 81 años y con cierta mentalidad enraizada en otra época, esa noticia era difícil de digerir, las expectativas son así, duras cuando no son lo que uno espera, y el "roto" no esperaba esa orientación. Aquella sociedad era así, ciertas condiciones u orientaciones sexuales aún no estaban verdaderamente asumidas por aquella sociedad que todo lo trivializaba, así como el aborto o la eutanasia, la pena de muerte, la pobreza y la riqueza, la guerra o la paz. Pero era el último día del año, y esa noticia era un bálsamo para toda la familia, por fin todo fluía con naturalidad, reinaba el equilibrio, el roto era mejor persona, mas libre, mas abierta y empezaba un nuevo año. Era una familia acomodada de Barcelona.

Mientras tanto, en otra parte no muy lejana, estaba Dris.

Todos los días le saludaba por su nombre, -Hola David, ¿Qué tal?, que vaya muy bien-, así era aquel hombre del vaso blanco de plástico y la bolsa blanca llena de paquetes de clinex, así era Dris. Semanas atrás el chico de la bici no había resistido la tentación de presentarse y de pedirle su nombre al son de un apretón de manos. Siempre que llegaba a la estación de ferrocarriles de Sant Boi allí estaba él, para regalarle su mejor sonrisa o el mejor de sus halagos, -que puntual que eres-, la falta de un diente incisivo lateral de su boca que no hacía menos bonito su sincero y alegre gesto, David le correspondía con una sonrisa mientras alzaba su bicicleta a toda prisa para bajar las escaleras de acceso a la estación.

No sabía el motivo, pero algo le gustaba de aquel hombre, siempre que le saludaba le llamaba por su nombre, por supuesto que David le correspondía con un sincero, -“¿todo bien Dris?”, a lo cual el que sostenía el vaso blanco vacío contestaba, -todo bien David-. Era evidente que Dris no estaba bien, no es justo, ni deberían existir personas mendigando para poder sobrevivir. David solía dejar uno o dos euros a cambio de aquella bonita mirada.



Un buen día sin que Dris se lo esperara David le acercó la mano y depositó en su palma un billete de 5€, - Dris me debes un café-, fueron sus palabras, fue un impulso inesperado, tal vez era una semilla a la espera de ver crecer una bonita historia, el ladrón de almas a la caza una coincidencia, un soborno sincero para empezar a escribir aquel texto que aún no había sido escrito. O tal vez sería una forma de hacer que el vaivén de los días no fueran mera rutina, un detalle para hacer otro día inolvidable.

Y seguían pasando los días, y en el momento de esta publicación en el blog, todo había vuelto a cambiar, lo cotidiano era diferente, ya no estaba Dris en la estación de tren, David e Iván ya se habían independizado. Llovía, y la casa estaba envuelta de otro tipo de melancolía, donde ya no habían bromas de Biel ni batallas de MJ con su hijo David, pero también había plenitud en aquella nueva cotidianidad. El paso de los días, de los años, había ido regalando todo lo que de jóvenes soñaban tanto el que escribía esta historia como a María José, MJ, su pareja, la mujer de su vida.

Y que es la vida sino eso, el paso de los días, de lo cotidiano, tal vez una colección de pequeños momentos, algunos felices, otros tristes, pero que son necesarios para ir escribiendo nuestra historia.

sábado, 15 de febrero de 2025

Historias de hospital, recuerdos de la mili, Carlos, Marina


Eran historias de hospital. Él se llamaba Carlos, sus amigos siempre le llamaban "Carlitus" y, muchas veces, simplemente le decían "Litus". Estaba ingresado en la habitación 722 del hospital de Bellvitge. El día anterior, se había fijado en una de las visitas de la habitación de al lado. Allí estaba ingresada la pequeña gran Marina, aquella niña, ya adulta, que tantas veces había sido protagonista de otros cortos relatos. El que la visitaba era el mismo que escribía esta historia.

Carlos se había planteado abordarle la próxima vez que viniera. La cara del chico que visitaba a Marina le recordaba a David, aquel chico con el que había coincidido treinta y ocho años atrás haciendo la mili en Sant Climent de Sescebas. Habían militado en diferentes regimientos: David era ingeniero, y Litus había ido a parar a artillería. Apenas se conocían ni habían estado juntos, pero saber que los dos eran de Sant Boi de Llobregat les generaba, en aquella época, cierta hermandad. Además, Carlos había sido compañero de clase de aquella chica, Roser, que había sido novia de David. Su primer amor fue Adela, en su infancia; su segundo amor fue Roser, en su adolescencia; y su gran amor, su amor final, era Maria, a quien llamaba así en sus relatos.

El que escribía llegaba junto a Maria y sus hijos a visitar a Marina, que, como otras muchas veces, permanecía ingresada en lo que ya era casi su segunda casa. Más de quince años de hospitales le habían concedido una cotidianidad y conocimientos en la materia que prácticamente equivalían a una doctorado en hospitales. Muchas veces corregía con acierto a enfermeras y doctores. Además, había aprendido, muchas veces a base de reveses, muchas experiencias de las diversas personas que, en tantos años, habían compartido habitación con ella. Este escrito era el resultado de una de esas coincidencias de Marina con personas que, al igual que ella, formaban parte de ese mundo de los hospitales. En este caso, la persona era Carlos, el Litus del comienzo de este escrito.


Su aspecto había cambiado radicalmente en tantos años. El tiempo había hecho mella en su vida y en su aspecto, pero en su espíritu, en su mirada, aún brillaba la ilusión del  adolescente que fue. La grisácea y larga barba habían impedido que David le reconociera o se fijara en él. Ninguno de sus conocidos tenía ese aspecto, pero Litus tenía claro que el chico que visitaba a Marina era David, y por eso le abordó decididamente.

—¿Te llamas David?
David no entendía a qué venía esa pregunta, pero, al mirarle a los ojos, le invadió esa sensación de hermandad como la que habían tenido décadas atrás en la mili.
—Soy Carlos, Carlitus, Litus para los amigos. Hicimos la mili juntos, y yo iba a la clase de Roser, la que fue tu novia.
Marina se agarraba a la barra de acero que soportaba el sistema de goteo de la bolsa de suero, mientras David y Litus se daban la mano y un abrazo.
—Cuida de mi sobrina —le decía David, como presentación del motivo de sus visitas.


Litus llevaba años sufriendo fibromialgia, y los últimos años de su vida no habían sido fáciles. Resultó que Litus se había convertido, con los años, en un personaje peculiar. Aún seguía siendo el niño de la mili. Guardaba en la taquilla y en los cajones del hospital bollos de pan que sustraía de las bandejas que las enfermeras dejaban en un rincón que él conocía, al igual que lo hacía en sus tiempos milicianos, cuando guardaba en las taquillas del regimiento las sobras de la comida. Litus era un experto en el "contrabando" de alimentos. Y Marina se reía cuando salían de paseo por los pasillos del hospital y Litus aparecía con los bolsillos cargados de comida: la mitad de contrabando y la otra mitad comprada con cariño para Marina, a la que cuidaba tal como su compañero de mili se lo había pedido.

Así había sido el personaje, la gran persona que había alegrado la estancia de Marina en otro de sus muchos ingresos.

miércoles, 25 de diciembre de 2024

Feliz Navidad 2024 (historias de vecindad)

                         
 Cada año ponemos en mi portal el típico árbol de Navidad, digo ponemos, pero no es cierto, lo ponen o se pone solo, ya que yo nunca lo he montado. Hay vecinos a los que les gusta mas o menos, pero hay una señora, Montserrat, a la que le encanta montarlo. La veo haciéndolo desde hace muchos años, tal vez veinte. Son muchas Pascuas montando el susodicho, es toda una doctorada en  el tema. Ahora lleva algunos años montándolo con su nieta. 

  A veces nos pensamos que las cosas se hacen solas, y no prestamos atención al hecho de esos detalles de los "entusiastas". Leí un libro que hablaba de ellos, decía que eran personas al servicio del sistema. El propio sistema los utiliza para mantener el relato imperante.

 Probablemente Montserrat, es ese granito de arena que sirve al sistema, para hacernos creer en la Navidad, en la magia y en esas cosas a las que muchos llaman "cosas ñoñas". Me cuesta reconocerlo, pero yo también soy preso de algunos relatos del sistema. Debo ser uno de esos ñoñas. 

 Días como hoy, al margen de si somos o no creyentes, hacen que las familias se junten, se canta, se ríe, se discute, se hacen regalos, que ya se que es muy consumista y que sirve al sistema, pero que queréis que os diga, por lo menos hace que nos paremos a pensar en el otro. Y eso que yo no suelo hacer regalos materiales, soy lo que se dice un soso.   

 Esta mañana cuando he bajado a la calle, otro vecino misterioso ha dejado un montón de regalos, en nuestro caso nos ha dejado una bolsa con dos libros. Curiosamente el autor de uno de los libros es uno de mis vecinos.....En fin, Feliz Navidad!!!! Que todos los días sean días de Navidad!!! Días de reconocimiento al otro y de gestos bonitos. 

He vuelto a bajar y otro vecino ha puesto un cartel en el que pone gracias.

 Mas tarde, y al ver que el autor de dos de los libros era un vecino mío, he descubierto que el papa Nöel de este año era Joan Domènec, ese vecino de pelo y barba canos con aspecto de santa Claus. Tanto parecido ya era un poco extraño. Resultó que era el verdadero Claus de mi vecindad. He ido a su casa a mostrarle mi gratitud por semejante sorpresa. No sabía que entregarle a cambio, y le he entregado un libro al que le tengo mucho cariño, "El criterio" Jaime Balmes, un ejemplar de 1945. Lo guardaba para regalarlo a alguien en un momento especial. Claus, me ha mostrado su sorpresa y gratitud, era un libro del que había oído hablar, pero que nunca había leído. 

Que gozada, despues de tantos años, descubrir que uno de mis vecinos es el mismísimo Papá Nöel.

Mil gracias  Joan Domènec Ros por este detallazo con grandes dosis de magia, mil gracias querida Montserrat por esa ilusión de cada año con el árbol de Navidad, y mil gracias a la providencia por esta bonita comunidad, que con sus mas y sus menos, da verdadero gusto vivir aquí.

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sábado, 9 de noviembre de 2024

Cristina

 A mi vecina Cristina,

Junio de 2022

 tal vez Cris no lo recordaba, aunque el que escribía no lo olvidaba, se había prometido así mismo un escrito a Cristina y se lo había comunicado a una de sus hijas. El escrito no estaba completo, pero en el momento ya era suficiente para expresar su gratitud y leérselo a Cris en viva voz. Mas adelante con la ayuda de Maria Luisa y seguramente con charlas de otros vecinos dicho texto sería modificado. 

  Meses atrás había fallecido otra vecina, Débora, la señora que llevaba tatuado un número en el antebrazo y que al igual que Cristina escondía una vida apasionante. La providencia había sido mas justa con Débora que con Cristina, Débora fallecía la los 82 años, pero Cristina lo hacía a los 70 y después de un angustioso periplo de hospitales y tratamientos. 

Un escrito sobre Débora lo encontrás en este link:

 https://trapmisotraspasiones.blogspot.com/2022/02/a-proposito-de-belmonte.html

  Cuando alguien se va deja un vacío que solo entienden y sufren las personas cercanas a la persona que se va, el paso de los años nos enseña que ese vacío lo vamos ocupando nosotros mismos con esa energía que nos van dejando los seres queridos que parten, hasta que finalmente somos nosotros los que partimos dejando nuestra energía en forma de recuerdos a nuestro entorno cercano.  Dicha energía llega a cada una de las personas que han sido tocadas por la persona que parte, al menos así lo creía y lo experimentaba el hombre que escribía, el vecino de Cristina, que en aquel momento recibía parte de aquella energía que ella le había dejado. Así es el goteo del óbito y de la vida, unos parten y otros nacen, pero la onda expansiva de los que parten se quedaba aquí, entre los suyos.

 No era pena ni compasión, era una mezcla de cariño, admiración y gratitud por todo lo que ella de una forma u otra le había aportado, por eso escribía aquel escrito a Cristina, aquella vecina que en muchos instantes le había alegrado algún momento del día con un sencillo y alegre saludo al ritmo de una energética y sincera sonrisa. Muchas veces además charlaban, ella siempre le preguntaba por su mujer, Maria José, y eso a él le reconfortaba, tal vez las dos tenían una cierta conexión por padecer las dos difíciles enfermedades, aunque en el caso de Cristina era una enfermedad mas dura y angustiosa, pero esa conexión ya existía mucho antes de que Cristina enfermara. Muchas veces cuando María José llegaba a casa le explicaba  que había visto a la vecina del estanco, como así la llamaban, y que era una mujer muy maja, le contaba pequeñas anécdotas de su familia, los continuos ajetreos de las comidas familiares, o alguna historia de sus amigas de paseo. Pero Cristina siempre había tenido algo especial, un aura alegre e incluso vigorizante, de esas personas que destilan algo diferente y que solo con mirarte te alegran el instante. Así era Cristina, una gota de agua dulce tal vez en un mar de agua salada. 

 Al que escribía, que además era coleccionista de coincidencias, no se le escapaba su conexión con Valladolid, toda la vida diseñando máquinas para Renault Valladolid, ahora era su vecina Cristina quien reforzada aún mas ese vínculo con Valladolid.

  Había buscado por el barrio el encuentro con Maria Luisa, la amiga de Cristina, para enriquecer el escrito, pero con la marcha de Cristina la pena y el recogimiento habían sido mas fuertes que las ganas de salir a pasear. Maria Luisa llevaba meses encerrada en casa, era su forma de llevar el luto y la pena que tanto la asolaba. Todos domingos iba a misa, allí buscaba a dios y probablemente  era otra forma de seguir conectada a su gran amiga Cristina. Por eso el texto no estaba terminado.

Casi primavera de 2023

  Habían pasado unos meses, y aquel escrito seguía dormido a la espera del encuentro con Maria Luisa, la primavera tocaba a la puerta y bajo un sol radiante, el que escribía por fin coincidía con la gran amiga de Cristina, era domingo y ella volvía de misa. David no iba a perder la oportunidad de saludarla y recordarle a Maria Luisa que las personas queridas que parten seguramente estarían orgullosas ver que sus familiares y amigos siguen haciendo una vida, si cabe con mas energía, con mas entrega, con mas gratitud por haber tenido la suerte de haberlas conocido. Y así David se paraba frente a Maria Luisa, en su portería para saludarla y para rememorar a Cristina:

-Hola muy buenas soy David, un vecino de Cristina, al igual que usted tuve la suerte de conocerla y necesitaba que usted me hablara de ella para poder terminar un escrito que en su día le dediqué y que no pude terminar-

David escuchaba admirado mientras Maria Luisa le contaba anécdotas de la vida de Cristina, de la vitalidad que tenía y que repartía con los demás, de los paseos diarios y de la bonita etapa de su vida que pudo disfrutar junto a Cristina, los ojos de María Luisa brillaban de orgullo y admiración mientras hablaba de Cristina y de aquellos tres últimos años en los que ella no se separó ni un solo día de su gran amiga, acompañándola en cada sesión de quimioterapia y en muchos momentos duros, y otros de bonitos y que a pesar de la dureza con que la vida se ensañaba, disfrutaban de vez en cuando.

Maria Luisa también tenía palabras y escritos bonitos para Cristina y así se lo hacía saber al que escribía, este era uno de esos escritos: 

"El cielo es el único que sabe cuántas lágrimas he llorado por tu ausencia porque ya no puedo verte ni abrazarte, ni escucharte, ni reírme contigo, porque es difícil aceptar que ya no estás aquí."

Maria Luisa le corroboraba al que escribía lo que el ya intuía, Cristina era una apasionada de la vida en todas sus facetas, no solo era una gran vecina sino que además era una mujer de bandera.

 Una ausencia se apodera del vecindario, pero intentaremos colmar dicha ausencia intentando ser un poco como ella, que incluso en sus últimos momentos de angustioso periplo de hospitales y tratamientos, siguió dando lo mejor en cada saludo y en cada gesto cotidiano.

Descansa en paz Cristina, en tu querida Valladolid, donde naciste 70 años atrás y en el arropo de tu pueblo, Arroyo de la Encomienda.

Noviembre 2024

Ayer surgió una charla en el chat del vecindario, una tal Cris daba explicaciones y soluciones a problemas de los vecinos. Esa charla provocaba que yo me pusiera en contacto con Cris, y eso motivaría esta publicación final del texto a propósito de Cristina que en su día no llegué a terminar.

La verdad es que no se si por mi edad, no soy tan mayor, 55, pero cada vez soy mas  despistado, el caso es que ya no recordaba que la hija de Cristina se llamaba igual que ella, Cris, y como no vive en la misma portería no la relacionaba con el vecindario, ni por supuesto con Andrés o Cristina.

En su día no llegué a publicar la primera versión de este texto en mi blog personal, ya que consideraba que era algo íntimo, simplemente lo imprimí en papel y se lo leí a Cris en el portal, despues lo modifiqué con algún aporte de Maria Luisa, pero ya no volví a entregárselo ni leérselo a Cris. Seguramente por no agobiar a la familia o por otros motivos que ahora no recuerdo. Además tenía el falso recuerdo o expectativa de que aquel escrito también habría llegado hasta Andrés, el compañero de Cristina. Resulto que no fue del todo así, Cris solo le explicó a Andrés que un vecino le había leído un texto a propósito de su mujer, pero no le había entregado el texto. 

A veces las cosas llegan de forma inesperada y los que las vivimos tratamos de darles una explicación para darle sentido a lo que hacemos. Por eso creo que a este escrito, que ha dado mas de una vuelta hasta poder ser terminado, le ha llegado su momento y ese momento es ahora, cuando a penas faltan unos días para el cumpleaños de Cristina.

 Además, publico este escrito para resaltar la importancia del ejemplo que nos trasmiten las personas mayores, que son fuente de sabiduría para todas las generaciones y que las trasmiten a sus descendientes, como ahora es el caso de Cris, quien ahora toma el relevo en temas vecinales y lo hace de la mejor forma, como lo harían sus padres.

Y por último expresar y agradecer la suerte de tener unos vecinos, muchos de ellos en edades de mucha sabiduría, con historias dignas de ser escritas. Y poner en valor la importancia de disfrutar de lo cotidiano, como un saludo o una sonrisa, o un simple gesto que nos alegra el momento, como lo hacía Cristina, todo ello mas allá de ese ritmo frenético y esas rutinas que muchas veces no nos dejan ver y valorar lo realmente importante.