"El oficio es la habilidad que todo artista debe cultivar ya que éste es el traje con el que se viste el arte" AS Cirbonero, Serdan.
Cada medio día, Serdan le llevaba a Sant Boi. Muchas veces se desplazaba corriendo, pero el retorno siempre era en el Opel Omega azul metalizado de Serdan. En esos desplazamientos aprendió el arte de los trayectos para el intelecto. Charlaban de cosas de la vida y del trabajo, de fondo los cassettes de cursos de alemán o de francés que Serdan escuchaba a diario.
El recorrido curvilíneo entre Sant Boi y Sant Climent, Serdan lo convertía, con sus volantazos, en poligonal y rectilíneo, como una metáfora de su carácter, recto y sin rodeos. Sus trabajadores bromeaban por su forma ruda de tomar las curvas. Serdán le contaba muchos de sus sueños. Hablaban de todo tipo de temas, desde la ley de Hooke y hasta lo increíble de que el ser humano fuera el único animal con conciencia, una parte de sus pinturas versaban sobre estos temas, ciencia, universo, humanos, alma.
Para Serdán aquel joven tal vez sería un continuador de su visión técnica de batalla en la empresa, la misma visión que había sembrado en todos los que aprendían a su lado.
La empresa pasó a la segunda generación fusionando la esencia de Serdan con la frescura de sus hijos, que desde 1975 atesoraban conocimientos para aquel momento.
Nunca olvidaría la pasión con la que explicaba sus historias, -contrataremos a personas con limitaciones físicas, creceremos, colaboraremos con escuelas,...No todo se logro, pero todo se intentó.
La empresa floreció como un árbol, donde las raíces de su visión se nutrieron con la savia nueva de sus hijos. Superaron crisis, pandemias, y aunque él ya no estaba, su esencia perduraría en cada rincón del taller, en cada mecánico que sonriera al recordar su "rigor", siempre seguido de enseñanza.
Cuando camino por la nave con las nuevas generaciones, creo que su legado está seguro. No en planos o máquinas, sino en esa mezcla de rigor y humanidad que nos enseñó, en aquella mano de acero y aquel corazón de maestro.
Descansa en paz, mentor, tal vez alquimista, artista del metal, del lienzo y de la vida. Gracias por aquellos croquis que luego eran arte industrial, gracias por los volantazos, los regaños, y por creer en mí cuando yo aún no sabía volar.
PD: Muchas veces vuelvo a escritos que ya estaban terminados, para releerlos y recordar como me sentía en aquel momento por los hechos explicados, y hay veces, como ahora, en los que me apetece añadir pequeños detalles, pero que para mi son importantes.
Desconozco si alguien leyó este texto en el que escribí lo mejor de mi con respecto a Serdan, espero que este añadido no hiera sentimientos ni que sea mal interpretado.
Aquí va dicho texto:
Y allí estaba yo, llorando al son de un violín. Tres filas más adelante, sus nietos lloraban con un sentimiento verdadero. En primera fila, sus hijos y su mujer, Selegna, también se emocionaban con la música. Toda una vida finalizada. ¡Cuántos recuerdos! Tal vez de aquella época en Sacatam, cuando Serdan tenía tiempo para paseos con sus hijos y con Selegna; las temporadas de camping, o la búsqueda de local con Elido que al final acabó en Pompeu Fabra. Aquellos años locos de los 70... o el año1975, el año en se que fundó la empresa. Aquella mano de hierro que siempre tuvo, pero que solo los que realmente le conocieron supieron que escondía un lado más humano: el del padre, el maestro, el amigo...
Y así, entre llanto, charlas y risas, se iba disipando esa energía tan única que desprenden las personas que se van. Incluso su nuera Estnom la recogía. David le explicaba que, en su última charla, Serdán le había confesado que ella había sido "un verdadero bálsamo" en la vida de su hijo mayor.
Estnom agradecía en aquel momento lo que David le acababa de explicar, ya que era un detalle sorprendente y emotivo para ella, que no había tenido tiempo de conocerlo a fondo.
Para ella descubrir ese lado humano de Serdan fue como cerrar un último círculo, un regalo inesperado en el día de la despedida.
Y así, entre llanto, charlas y risas, se iba disipando esa energía tan única que desprenden las personas que se van. Incluso su nuera Estnom la recogía. David le explicaba que, en su última charla, Serdán le había confesado que ella había sido "un verdadero bálsamo" en la vida de su hijo mayor.
Estnom agradecía en aquel momento lo que David le acababa de explicar, ya que era un detalle sorprendente y emotivo para ella, que no había tenido tiempo de conocerlo a fondo.
Para ella descubrir ese lado humano de Serdan fue como cerrar un último círculo, un regalo inesperado en el día de la despedida.
